Termino mal que bien regresando a mi lugar de trabajo donde no hay hueco para mí y antes he atravesado una larga sala de compañeros amarrados a sus puestos y mi jefe no eres tú ni nadie que yo conozca y me encuentro incómodo sin encontrar mi sitio pero aparece el mismo u otro malencarado con el que volver a bajar a fumar, perdiéndome por el camino de regreso al mismo lío. Todo esto casi sin respirar.
No son muy fructíferas mis mañanas profesionales, por las noches, como verás. Casi como las tardes marzales, por poner un ejemplo.
Y hay más batiburrillos con el bajar, esta vez por las escaleras, y el subir, por otro ascensor inquietante, estrecho y hasta diría que mugriento. O eso solo lo he soñado.
Ni se sabe cómo, llega la hora de la salida. Y sí, también entonces se dan más problemas con la tarjeta y Loli y el querer salir por donde no es.
Y es entonces y solo entonces cuando empieza el sueño que quería contarte. Que ya tenía yo ganas.
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