viernes, 13 de noviembre de 2015

Continúa del anterior

   Vamos, que de tanto fijarme no me enteraba de nada. Y era lo que en aquellos momentos había que hacer. No diré que ha sido la temporada más feliz de mi vida pero sí que fue la más intensa.

   No sé en qué momento de esta bitácora decidimos que este sería un viaje hacia allí, hasta esos días. Y que terminaría cuando los te explicase. O quizá fue el inconsciente (tremenda fuerza) que nos llevó a esto para que, al menos, me lo explicase yo a mí mismo. 

   Podría seguir llenando miles de días con otras tantas situaciones de entonces, que a mí me sabían a pura gloria. Igual algunas hasta tenían su gracia. 

   Podría seguir contándole cada polvo que nos echamos. No fueron tantos como puede pensarse los que cupieron en ese año sin noches ni días.  Pero cada uno fue diferente y maravilloso. Y en los lugares más inimaginables. Y con finales a veces tremendos, a veces terribles.




   Podría contarte de su novio Fernando, toda la cara llena de alegres dientes. O de Arturo que seguía por allí con su arturadas. O de cómo llegó Charo a aquel mundo tan cerrado, tan absorbente, y se convirtió en mi mujer.   

   Pero ya ambos nos hemos dado cuenta de que esta broma hace tiempo que tiene las gracias justas. Quizá ni esas. 

   Creo que te debo y me debo un epílogo. Al menos se lo deberemos a Gulliver, que tan presto se ofreció a acompañarnos. 

   Pero creo también que este se merece un lugar alejado de las premuras del día a día. Dame, así pues, tiempo. Espere no tardar demasiado.

   Mientras, para no dejar a nuestro héroe colgado de la brocha, seguiré día a día enseñándote canciones y esas fotos que tengo en el cajonazo de las fotos. 








jueves, 12 de noviembre de 2015

El qué, el cuánto, el cómo y el porqué

   
   
   Ahora me doy cuenta. Manda cojones. 

   Solo ahora se me hace evidente que de tanto y tan profundo que fue aquello no me enteraba yo de nada. Bastaba la sensación continua y densísima de plenitud. Lo mismo daban el qué, el cuánto, el cómo y el porqué. 


miércoles, 11 de noviembre de 2015


   Se nos hizo allí de día.

   Se nos hizo de día y nos dolían todos los huesos por la innatural postura mantenida. Y por el frío relente. Pero no por ello había acabado el amor. Así que nos vestimos medio pudorosos pues ya pululaba la gente por las calles próximas al río. Aunque juraría que nadie se percató. 

   A casa no nos fuimos así que sabe dios dónde iríamos a parar.








martes, 10 de noviembre de 2015

   Dejémonos, al menos por hoy, de zarandajas. 

   La chica, cogiéndome una mano, tiró de mí hacia las barcas. Mi capacidad de respuesta hace tiempo que se había fugado en largo viaje. Así que me dejé llevar y salté a la más cercana, que se meció desperezándose. Y de allí a la siguiente y a la siguiente y así, no siempre, claro, en línea recta, y con las barcas en un bamboleo sensual, llegamos a la última, alejada por igual de ambas orillas, ya en lo más profundo del río. 

   Y sí, no son nada cómodas las barcazas del río Pisuerga, sobre todo si lo que pretendes es tumbarte en el fondo y hacer allí el amor. Y es complicado el irte quitando la ropa y además, que hace un frío del carajo, así que más que quitárnosla nos la fuimos arrancando (Para, para, Michelle, que me desencajas la mandíbula).

   Y dejamos de darnos cuenta de dónde estábamos hasta mucho después, de veras agotados, casi heridos, desvencijadas nuestras junturas. 



   Y allí nos quedamos dormidos, apenas arropados por nuestras exiguas vestimentas, rodeados de silencio que solo allá lejos se convertía en ruidos cotidianos, abrigados, eso sí, de una absoluta  oscuridad que se iba rompiendo según se alejaba y llegaba al resto del mundo.












jueves, 5 de noviembre de 2015

   A veces ocurre que te pasas años buscando una canción y a la canción no la encuentras por ningún lado. Luego suele suceder que te olvidas de que estabas buscándola por la sencilla razón de que ocupas la cabeza en otros menesteres más actuales y se te va yendo la canción hacia el fondo de cajonazo. 

   Luego, un día inopinado, te cae la canción y la verdad, no era tan buena como pensabas. 






miércoles, 4 de noviembre de 2015


   A poco que pasa el tiempo los ojos (gran herramienta, compleja) se van sumergiendo en lo profundo. Michelle tiene la respiración  acelerada. Gulliver no para de observarla. Oyen maderos entrechocar. Son las barquitas. 



martes, 3 de noviembre de 2015


   Ahora me acabo de acordar de que, allí, en el río, hacía un frío de puta madre. Jodido otoño castellano. Pero no todo son facilidades para los amores superlativos. Si aún tienes las fuerzas de la juventud, poseen hasta su encanto, esas pequeñas incomodidades.