jueves, 30 de julio de 2015


   Está Gulliver desazonado por coincidir en tiempo y espacio el desenlace de su historia y un montón de asuntos burocráticos que le roban hasta el sueño. Luego, a la fuerza ahorcan, se ha contentado pensando que todo saldría así más denso y veloz. Esa debía ser la forma. La forma que le diese el tono. La forma y el ritmo.






miércoles, 29 de julio de 2015


   ¿Y a qué cuento venía todo esto de rosal y su complicada existencia? Pues no me acuerdo ya muy bien, pero seguro que quería hablarte (como siempre) del paso del tiempo y de las perras que nos cogemos por cualquier chorrada, sea un tallo de rosal o una bitácora que se encalló hace tiempo y no hay manera de quitárnosla de encima. 









martes, 28 de julio de 2015

   Y aún así no las tengo yo todas conmigo. Ya que los capullos nacieron en la punta de la ramita, pero que luego se convirtió en chupón. Y no veo yo que salgan ramitas laterales por ningún lado. Y es esencial, lo de las ramas de segundo grado, por aquello de que todos somos fractales.

   Habrá que ir viendo. 








lunes, 27 de julio de 2015

Una rosa es una rosa


   Esto es lo que al final salió. Una rosa con una bonita forma y el color, no sé. Entre rosa palo y rosa rosa. No sabría decirte pero me gusta. Y huele como a asturiano, que tampoco sabría decirte yo. Y ya habrás visto al capullo de su hermano pequeño, asomándose a su espalda. 








viernes, 24 de julio de 2015

   Puse aquel tiesto en el lugar más seguro del maletero y luego en el menos ventoso del jardín. Y allí pasó el invierno. Ya en febrero comprobé que dos de los vástagos no habían sobrevivido a la crudeza del tiempo. Y los dos restantes tampoco tenían buena pinta. Aún así los planté en dos lugares como camas. Y llegó San Juan y solo habían dado unos brotes raquíticos que se habían convertido poco después en frágiles ramitas de la largura de un meñique. Yo iba a verlas todos los días, varias veces. 

   También las hojas que empezaron a salirle a las ramitas eran diminutas y enfermizas, no terminaban de desenrollarse. Y llegó otro invierno y antes ya veía yo que uno de los dos plantones no iba a aguantarle. Dejé que otras hierbas le cubrieran. 

   Ha vuelto a llegar la primavera y yo todos los días me acercaba al único ejemplar que me quedaba, por notar en él síntomas de vida. Y sí. Empezó a echar unos brotes más normales y crecieron hacia el cielo dos ramitas, solo dos, pero con el adecuado vigor.

   Luego hubo un accidente ya que Tron, en una de sus desaforadas carreras, se olvidó de unos palos de ciruelo que había clavado yo allí con el objeto de que no entrase en el parterre. Y cascó una de las ramas. Cuando lo vi, amontoné la tierra para taponar la herida. Y fíjate, la que se está secando es la otra rama. La que se cascó ha seguido para arriba y un día, ya hace un mes, dio un brote de flor pero que ha ido creciendo poco a poco. Y ha sido un sinvivir, intentando adivinar el color con el que saldría la rosa. ¿Roja?, ¿vino tinto?, ¿perla?... Una rosa es una rosa es una...








jueves, 23 de julio de 2015




   En uno de aquellos paseos matinales por Sevares (que así se llamaba la aldea), en concreto en uno por su parte alta, encontré un bar que no conocía. Como el tiempo lo permitía, me saqué la consumición  a la calle y fui a sentarme a una placita cercana; mínima y circular. Allí a la sombra vi a una mujer trajinando en el jardín de su casa. Medio jardín medio huerto, mejor diría. Estaba podando los rosales. Como por aquí tendemos más a realizar esa labor pasado el invierno y estábamos en septiembre, me acerqué a la mujer y le pregunté. No eran allí tan duras las heladas, me respondió y quedé convencido. Cuando ya me dirigía al Pongallín a buscar a la tropa, la señora me llamó desde lejos. Me traía una maceta con tierra fresca y cuatro de los esquejes que habían resultado de la poda en ella clavados.  





miércoles, 22 de julio de 2015


   Nos fuimos, hace ya para dos años, con unos amigos con hijas amigas de Lucía, a una casa rural en el valle del río Sella. La casa tenía el curioso nombre de El Pongallín. Indagué si le venía el apelativo de algún viejo cuento de ese gallo que iba al lugar a poner unos huevos imposibles y volvía y volvía y se iba siempre con pena. No acerté en mi previsión y ahora no recuerdo cuál era la respuesta adecuada, que la había.

   ¿Para qué regresar tanto en el tiempo?, te estarás preguntando. Y yo te cuento. 

   Fueron unos días muy excursioneros y en la aldea en la que estaba la casa parábamos poco. Pero como yo sabía lo que tardan mis amigos y las hijas de mis amigos en estar preparados ya de una vez para salir, me di unos cuantos paseos por allí, aprovechando el tiempo. El pueblo no era gran cosa pero siempre te podías encontrar con algún rincón coqueto o con miradores de vistas de esas que llaman deslumbrantes. 










martes, 21 de julio de 2015

Gulliver, supongo


   Ante las urgencias con que el tiempo nos apremia, me he bajado al jardín, ahora que amainó una pizca la calor. Me creo un poco Livingstone. Ya sé que no son muy amplias sus extensiones ni lejana la lontananza. De hecho, no tenemos aquí ni horizonte, por no tener. Pero recorriendo todo el perímetro y zigzagueando después, un poco al azar, de aquí para allá, mariconeando, que dice mi santa esposa, da casi para un paseo.

   Suelen esconderse, a veces, por allí, las musas. Entre las sombras de un parterre, en las briznas de hierba nueva, en el volar de los pájaros más altos y que anuncian que, con un poco de suerte, habrá luego tormenta. 

   Hoy no iba a ser menos. Me las he encontrado en una flor.







lunes, 20 de julio de 2015

Derretido

   Después de este parón estival lo normal es que Gulliver volviese con fuerzas renovadas, con ideas frescas, raudos los dedos al teclear. 

   La otra opción sería el desenganche total pero esa no nos la podemos permitir. Así que a ver cómo lo hacemos. 



   A ver cómo nos lo montamos además, si estamos sumergidos en esta llama eterna que nos ha llegado desde el mismito centro del cambio climático y que amenaza con no abandonarnos jamás. Dudo si sudar a chorros o a mares pero de ninguna de las formas ello ayuda a mi de natural fluido escribir. 

   Y tampoco contribuye lo más mínimo el hecho de haber dejado la tarea para los últimos días, típico por estos lares, coincidiendo las fechas con las de la Patrona del lugar, Virgen del Carmen, a la que ayer honramos en procesión pero que nos tiene con los horarios descabalgados y los pensamientos aturdidos, debido quizá esto último a las libaciones que la celebración aconseja.