viernes, 30 de noviembre de 2012

Pequeño estúpido soñador

   Pese a todo es bueno seguir soñando.
   Y aunque la sabiduría popular nos dice que de ilusiones vive el tonto de los cojones y el grupo de hoy tire por la misma línea, yo sigo siendo ese pequeño estúpido soñador del que hablan. Todo sea por Lucía.

Dibujo de Walter Toscano, publicado en la revista peruana de arte gráfico internacional PERROKALATO
   En mi duodécimo cumpleaños recibí de mi hermana Bego un regalo que me hizo mucha ilusión. Era el primer disco sin estrenar que me regalaban. Ya tenía yo alguno de los descartes o duplicados de Rodolfo y alguno también de ella. Yes, Jethro Tull, quizá Pink Floyd. También Deep Purple. Se ve que se llevaba en aquellos últimos 60's el rock progresivo o sinfónico. Aquel regalo iba en la misma onda, aunque me pareció más.... no sé, quizá más cercano.


   He elegido para ponerte el single, por ser la canción que más me gusta aunque el disco estuviese repleto de muy buenas canciones. No existían los rellenos en aquellos tiempos en los que costaba un huevo grabar cada tema.
   Y he elegido para ofrecerte un vídeo casi actual que canta (en un falsete que vas a odiar nada más empezar a oír, me temo, pero así es de dura la vida musical, en sus inicios), que canta, decía, Roger Hodgson, autor del tema. Suena prácticamente igual que la versión original pero en el rostro han quedado marcadas nada menos que las huellas del tiempo.


   Al año siguiente, Supertramp editó otro estupendo disco que sembró y aún sigue sembrando un mar de dudas. Crisis? What crisis? Pero aquí, en nuestro innato buenismo, seguimos y seguiremos soñando.

 


jueves, 29 de noviembre de 2012

Volver a lo negro

   Seguimos en la misma línea, versionando.

   Quizá se deba a que ando sin balas en la recámara, por falta de tiempo, no de candidatos, por lo que me temo que los próximos gulliveres van a salir entre mustios y apresurados. Aquello de la ausencia de chicha. Pero no cejo en mi intento de que consumas, como con esos ya famosos plátanos tuyos, uno al día, al menos los laborables. 

   Aunque a veces, a menudo, me asaltan las dudas de si estos intentos de que te sumerjas en la música moderna sirven para algo más que obligarme a escribir mis chorradas. Pero que no cunda el desánimo, caso omiso al desaliento. 


   Hoy te traigo un éxito relativamente reciente, que conocerás más que de sobra. Año 2006. La hoy ya malograda Amy Winehouse edita un álbum con el sugerente nombre de Back to black (volver a lo negro). Millones de ventas, montoneras de grammies. Una canción destaca sobre el resto. Tiene un  título sarcástico. Rehab, que es la abreviatura anglosajona al término "rehabilitación". Moriría cinco años después, sin haberse rehabilitado nada de nada. Moría a los 27 años, edad ya casi establecida para que se mueran los mitos, esos que dejan cadáveres hermosos y patatín. Así lo hicieron Brian Jones, Hendrix, Janis, Morrison, Corbain. Unos con más intencionalidad que otros pero todos con un montón de mierda en las venas. Con la Winehouse pasará lo mismo que con el resto. Reediciones, rarezas, nunca faltarán rosas en su tumba. Sin ir más lejos, acaban de sacar el ya típico At the BBC (aunque la cadena no pase por sus mejores momentos, estas así conocidas suelen ser recopilaciones de las actuaciones en sus programas hechas con gran calidad).

A mí, con esta mujer me pasa como con muchas otras, aunque no sean estrellas tan rutilantes. Me parece que tiene una fealdad pero que muy bella. Incluso cuando deambulaba y se despatarraba por el escenario, más borracha que un lemur y con el cardado a lo Marge Simpson temblando de puro vértigo en su cabeza. Corren infinidad de vídeos por la red de tan penosos momentazos pero no creo que este sea el lugar apropiado para darles mayor difusión. Sí que incluyo, en cambio, el vídeo oficial de la canción. 



   Mas, claro, hablábamos (en este estricto monólogo) de versiones y a ello iba. Y de hecho a ello voy. 
   Y lo hago con un extraño juego de espejos. La misma canción pero en vez de bella durmiente (más bien bella difunta) salen a la palestra unos eternos moribundos, más feos que el granadino Picio, con pinta de haberse bebido y fumado varias cosechas, pero  de un modo mucho más pausado y saludable, lo que les de ese aspecto de entre inmortales y que la van a palmar en el próximo cuarto de hora. Responden al preciso nombre de los Joviales Muchachos y tienen un maravilloso disco de grandes versiones en clave de reggae. Clásicos de Blondie, de Lou Reed, de Steely Dan, de New Order, de los ya aquí conocidos The Stranglers, de Iggy Pop... Con todos ustedes, desde Jamaica...

   The Jolly Boys.



martes, 27 de noviembre de 2012

La "electrónica" hace acto de presencia

   ...y ya estaba tardando. Calculo, bastante a ojo, bien es cierto, que más del 99% de la música que se hace hoy utiliza cacharretes digitales en su confección. Pero por "electrónica" se entiende, en este mundillo, estrictamente, aquella en la que mandan abrumadoramente los sonidos enlatados, slaps, samplers, repeticiones...

   En el ancho y variado universo musical me precio en despreciar solo dos tipos de música. El heavy más heavy (trash, speed, doom y un larguísimo etcétera) y la electrónica más electrónica. 

   Peeeero siempre hay excepciones, cómo no. Por aquello de mi inconsecuencia y porque uno no es dueño de sí mismo, por más que así lo crea.
   Y sonará  en este país música dura, casi casi heavy metal. Sobre todo los clásicos y cositas de ahora que son más rock duro que las músicas que le gustan a la camarera Pamela. Y también se colará, por tocar todos los palos, la electrónica. Eso sí, a sorbitos.

   Es el caso que hoy te traigo. Una versión de un clásico. Versión juguetona y pegadiza. Quizá por eso entre aquí. El original lo cantaba el pirado de James Browne, entre paliza y paliza a su mujer. Tanto el original como esta invitan al baile. No te reprimas, lo digo en serio. Es buenísimo para la salud física y mental.
    

   Esta larga canción la utilicé para confeccionar un apañado powerpoint, como fondo sonoro a una serie de fotografías que iba yo tomando, todas en Burgos, en las que mandaba el color rojo, ya ves qué cosas. Una vez terminado iba a envolverlo en papel celofán y ofrecérselo a dueños de pubs y así, para hacer dinero con "mi arte". Pero como con casi todo, no lo rematé. Y por ahí anda, en la barriga de mi ordenador, hibernando en espera de tiempos mejores. Así empezaba la historia, en blanco y negro, por aquello de epatar.




  Para rematar este Gulliver te incluyo alguna de las fotos que iban en el trabajo, por si me quieres dar tu opinión (feedback, soy feedback). 





lunes, 26 de noviembre de 2012

My sharona

   Enlazando:
   - otra canción para bailar (anímate, anímate)
   - que además ha sido muyyyy banda sonora
   - y encima requeteversionada (desde los Foo Fingers hasta Mina, desde Nirvana hasta el español Javier Álvarez o los argentinos Pericos). 

   Eso sí, nada que ver con la electrónica de ayer. Es puritito R&R. De principios de los 80.

   La única pega (por más que esta sea grande) es que junto al pasodoble Suspiros de España forma parte de la sintonía de entrada del programa matutino de radio de Federico Jiménez Losantos. Nobody is perfect.

   Pero hagamos un poco de historia, para que no se nos vaya la moral abajo. Parece ser que el autor (que por entonces aún no formaba parte de The Knack, grupo que la interpreta) tenía una novia de 17 años que se llamaba así. Sharona. Qué potencia de novia con ese nombre y con esa edad, ¿no?
   La canción es muy reconocible gracias a su ostinato. A mí me trae recuerdos del Resti, bar que aún existe, el más cercano a mi morada de entonces, morada paterna, en la calle Alhóndiga. La poníamos y la volvíamos a poner en la gramola que presidía el bar. Los dueños (dos hermanos y una hermana, hijos, creo recordar, de Restituto) era el prototipo de la sosez. Panes sin sal a más no poder. Pero desde los amplios ventanales del local podíamos ver sin ser vistos a un montón de chavalas que salían de Magisterio, con las carpetas tapándose sus pudores. Ay, qué tiempos. 

   Elijo este vídeo para que veas que aunque las estéticas estén más pasadas que la Chungi la canción todavía se sostiene.


  Dado que va de pelis y como soy un eterno adolescente, perenne, Peter Pan feo, de barrio y de provincias, me encantó ver a mi adorada Winona, que baila como se debe bailar el tema (ah, el baile, ay, mi ladrona Winona, qué no le haría). Si quieres ver cómo se baila esta canción, no tienes más que pulsar aquí.


   Eso sí, lo que más me gustó de la peli fue cómo define Ethan no sé qué concepto a petición de la Ryder. Ya no me acuerdo cuál era pero me encanto la presteza y la precisión.

jueves, 22 de noviembre de 2012

La parte de los ángeles

   Buscando qué ofrecerte y cómo hacerlo, se me había pasado por las mientes celebrar nada menos que la Semana Grande del Maridaje entre la Música y el Cine.
   Como ninguno de los dos cree en las coincidencias, ha vuelto a pasar. He visto la película que da nombre a este  Gulliver. El Ken Loach de siempre, el mejor Ken Loach. Sin las sobredosis de moralina ni de demagogia que a menudo le asaltan. Una historia sencilla, como creo que te gustan.
   Y hete aquí que casi protagonista de esta historia, existe una canción.
   Y hete aquí que al no existir las casualidades y mucho menos las coincidencias, es una de las canciones de mi vida.

   1988, o sea que mi segundo año segoviano. El disco lo trajo debajo del brazo mi muy mejor amigo Jimmy que recién acababa de salir de las faldas de su madre. Jaime Lobo. Venía de León. Su madre me lo puso en el regazo y me conminó a que se lo cuidara. Sobre todo que comiera bien. Hice todo lo que pude. No engordó gran cosa pero creo que eso va en su constitución.


   Ahí dónde nos ves, ni de coña hubiéramos pensado en aquel entonces que ambos íbamos a ser padres de dos princesas. La suya se llama Candela y es una lobina de lo más resalado. De Jimmy contaría y no pararía. Es la persona más consecuente y generosa que conozco. Espero que no se dé la ocasión de tener que dar la vida por él, porque lo haría sin pensarlo. Así que antes de empezar a moquear de tanto sentimiento, pasaré a presentarte la canción.

   The Proclaimers son los gemelos Charlie y Craig Read. Más escoceses que el whisky de malta. Lógicamente, grandes hinchas del Hiberian, F.C. Su música es absolutamente pop, pero en ella que se pueden encontrar ciertas reminiscencias folkies, de las Tierras Altas. La canción I'm Gonna Be - 500 miles, que aparece en otro par de películas (Benny & Joon y Burke & Hare), es casi el himno oficial escocés. En España es muy conocida porque me suena que la han utilizado en algún anuncio publicitario.
  Si te gustan y te sabe a poco, también puedes oír Letter from America o I'm on my way, que, ya que estamos peliculeros, forma parte de la banda sonora del primer Shrek.
   Buen provecho y buen fin de semana.



Un regalo inesperado

   Suele pasar, a veces, que sin merecerlo te hacen un regalo.
   Este que me ha llegado lo ha hecho vía facebook, para que veas que no todo son maldades en el mundo digital. Lo colgó en su muro Natalia (o Natalie, o siemplemente N.), de la que sin duda te hablaré aquí en algún momento. El muro de uno, en facebook, es como la puerta de la nevera, en la que vas colgando con imanes las postalitas que te van llegando, dibujos de la pollo, una dieta baja en colesterol...
   Hoy es día complicado para escribir, como vienen siendo estos últimos. Tengo que ir al hospital, luego a que me riña Miguel Ángel, mi médico de cabecera, por haber maltratado a mi tobillo. Acto seguido recogemos a la pollo, comida, siesta (esencial), tarea con Lucía y otro rato de hospital. Así que aprovecho este ratillo y aprovecho el regalo. Para que veas si soy organizado.
  La canción que hoy te propongo está escrita por Damien Rice, que es autor que me gusta mucho. Se la dedica a la hija de su maestra de clarinete, con quien está obsesionado. Este tema, fue incluido en la película Closer, que protagonizan Julia Roberts, Jude Law, Natalie Portman y Clive Owen (cuánto bellezón amontonado).Venía subtitulada, pero, birlibirloque, se lo he podido quitar, para que no te me despistes.
   Lo mismo cuando la escuches ya ando yo funcionando por allí, aunque quizás no, que como el bueno de Miguel Ángel me dé el alta dentro de un rato, el jueves me lo pido de hospitalización de familiar de segundo grado, aunque sólo sea (los dioses menores me oigan) para que a mi hermana le den también el alta y la pueda traer a casa a terminar de curarla con calditos y cariño. 
   Ya lo iremos viendo, ¿no? 

martes, 20 de noviembre de 2012

Pixies

   Que sí, que sí, que va de gnomos muscarios.



   Quizá sea este un mecanismo de defensa para alejarme un poco de la cotidianeidad de esos días tan aciagos. La frente despejada, el pecho abierto, la moral alta, intento. Y me sale casi siempre. Pero a nada que empiece a pensar en mi hermana Nines... Huérfana de 45 años, que suena raro pero es que es la más huérfana de los hermanos. Siempre fue "la niña". Última en nacer (mi madre tenía la misma edad que ella tiene ahora cuando la parió), la más desvalida. Con 14 y 11 dioptrías en los ojos, respectivamente, malísima comedora, hiperprotegida, nunca voló del nido... "La niña". Ahora sólo nos tiene a nosotros, aquí en Burgos. Yo siempre fui su hermano predilecto, eso sí. Con el que más se peleó en la niñez, que eso une mucho. Y para una vez que me necesita voy yo y me pongo cojo.

   Así que, para insuflarme un poco más de moral, malroto a uno de mis grupos predilectos en un post que preveo breve y sin chicha, que se me van los días en subir, bajar, subir, bajar del hospital, cuando habría tanto que contar de ellos y de mí con ellos. Pero ya volverán a este País Musiquero. Te lo aseguro o te lo advierto.

   Los duendes de hoy tienen nombre de duende y orejas de duende. Y además tienen mucho duende. Se llaman los Pixies, para lo del más inri. Y son lo que me ponía en Pucela, ya viviendo yo sólo, en la plaza de las Batallas, ya te contaré, mientras me acicalaba para salir a la guerra. No había entonces nada parecido a ellos, con sus ritmos y sus antirritmos, con su desfachatez, con su humor.

  En fin, como con toda intención preguntan en la canción, ¿dónde está mi mente?.


   Coño. Es lo bueno de estar bicheando por el youtube, que se entera uno de que los gnomos creen y ensanchan. ¿A ver si voy a ser yo uno? Norma de uso: prestar especial atención a los aullidos de la princesa. Yo es que la quiero para mí.






lunes, 19 de noviembre de 2012

De lujo


   De gnomo a gnomo, creo yo, y tiro porque me toca. El de hoy se llama Xoel López, y es un gallego joven y solitario. Y algo así como primo espiritual del Iván Ferreiro de hace un par de post. Ahora se ha ido a vivir a la Argentina, quizá buscándose. Desde allí ha parido un disco. Está bien puesto aquí el verbo parir.
   Sus anteriores obras las firmaba como Deluxe y eran más guitarreras. Este yo creo que ya lo firma con su nombre. En ambos casos bien pudiera caer bajo el apelativo de cantautor. Antes me gustaba pero no me llegaba a desmayar. Ahora sí.
   El nuevo disco, cómo no, no se anduvo comiendo mucho la cabeza Xoel, se llama Atlántico y entré en él por la canción que te propongo para hoy. La Gran Montaña. Es bastante de gnomos, creo yo, y me ha hecho dudar del lugar de dónde soy. Ya me dirás tú (ya sabes que soy muy feedback). 
   Podría haber elegido otras dos o tres al menos (es un álbum conceptual, que lo llaman,  y bastante completo) y me quedo con ganas de que las oigas. Bien sea Caballero (oda sin pomposidad a la mujer maltratada, yo acuso al maltratador) o las postales (que colecciono) del Buenos Aires más porteño.






domingo, 18 de noviembre de 2012

El violinista en el tejado del País de la Música (pop)


Gulliver caracterizado de gnomo, para esta ocasión.
    Érase una vez un gnomo. Estaba pirado, como todos los gnomos. Era más pequeño aún que los habitantes del País de los Enanos (algún día, amigo Gulliver, te dejaremos contar historias de ese país hermano del nuestro, ¿verdad, Luis?). Cómo no, nuestro protagonista vivía en una seta muscaria. Le gustaban las inalcanzables mujeres, las mujeres inalcanzables para él y su estatura, para nosotros y nuestra estatura, también. Así que sábado sí y sábado también, se quitaba el chandal y se vestía de antes y terciopelos, se colocaba ladeado el gorro con los cascabeles y se daba dos pellizquitos en las puntas de las orejas, para hacerlas más puntiagudas y para hacerse él más peliagudo, también. Se ponía, así pues, el disfraz para que todos le tomásemos por un gnomo de jardín y le dejásemos en paz.
   Ese día viajó a lomos de un paraguas hasta las nubes bajas. Y se dejó llevar. Las nubes bajas, como faltaba a la cita su amigo el viento, estaban perezosas así que le transportaron a un cercano lugar. El gnomo dio un saltito hasta el tejado de la Casa con un Violín en el Tejado. El gnomo no sabía tocar el violín ni silbar pero de debajo de su gorro con cascabeles le creció una bellísima canción. La cantó y la tocó como buenamente supo. De repente, la casa estaba rodeada de mujeres inalcanzables que, con deleite, le escuchaban.
   El gnomo se llama Andrew Bird y la canción A nervous tic motion of the head to the left. Que aproveche, querido jefe.



viernes, 16 de noviembre de 2012

A las afueras del pueblo


   No sé si a ti te pasará. A mí, hay veces en las que veo a una persona y ya están dándome ganas de ser su amigo para toda la vida. No es necesario que te lo/la/le/lu presenten. Es decir, puedes verle incluso por televisión o simplemente en una foto. Y zas.
   Creo que estoy hablando de eso de la cara y el espejo y, lo que es más importante, del alma. Personas que parecen llevarse razonablemente bien consigo mismas y que no le ven gracia ninguna al andar jodiendo al prójimo.

   Este me da a mí que es el caso del chaval de la foto. Se llama Iván Ferreiro y junto con su hermano Amaro tenían (incluso igual siguen teniendo) un grupo que se llamaba (o se llama) Los Piratas. Siendo un grupo de los de culto, nunca fui yo muy fan de ellos. Me pillaron como fuera de generación o qué sé yo. Lo de las pertenencias o los simples avatares de la vida. Lo mismo en su momento estaba yo inmerso en la "americana" de mi amiga Yolanda. Ahora es cuando más les estoy escuchando y tienen un montón de canciones que me gustan pero... nada, que no soy fan.
   Luego Iván ha sacado un par de discos en solitario. Y aquí sí, hay alguna canción de las de tener siempre muy a mano.
   El inicio de la que aquí te traigo me sirvió estupendamente para un articulito de aquellos de la Revista de Cardeña. Llevaba pocos años en el pueblo y los paseos por sus alrededores eran muy frecuentes.Y me extrañaba mucho la existencia en mi pueblo de un anticamino (o algo así). Después de la canción te inserto el articulillo, por si tienes tiempo y ganas.




~~~ Por la VÍA VERDE ~~~
“Para que la luna llena nunca choque contra el suelo,
hemos de encontrarnos siempre en las afueras del pueblo…”
S.P.N.B.  (Son preciosos nuestros besos), de Iván Ferreiro.

    Desde siempre me han gustado los caminos. Los de todo tipo. Polvorientos o asfaltados. Las estrechas sendas de cabras y las cómodas autovías con tres carriles en cada sentido. Los transitados y los prohibidos. También me gustan los pasadizos laberínticos que sé que tienen por meta el centro de uno mismo. Por todos ellos, a menudo, me dejo perder sin llegar nunca a ningún lado.
   Porque me gustan los caminos. Pero lo que me agrada de ellos no es su utilidad, no los considero herramientas para alcanzar algún fin. Creo haber aprendido y ya no persigo el tramposo e inasible futuro. Me conformo (incluso me doy con un canto en los dientes) si soy capaz de percibir que voy caminando. Mejor si hace viento, que afina el cutis y resulta un peculiar peine para las ideas. Y ya si encima se me concede el deseo de ir acompañado, la dicha pasa a ser enorme y hasta hablan los silencios.
    Así que Cardeña se me antoja un estupendo sitio para vivir. Si no te importa mucho ensuciarte las botas de barro o que el sol te atice duro en la cabeza, durante todo el año puedes perderte en cualquier dirección. Y cruzarte con otros caminantes. O, tras cualquier curva, sorprender a una corza con sus crías. O pisar las hojas secas en suelos otoñales. O imaginar a dónde irán los viajeros de esos aviones que dibujan blancas diagonales en nuestro cielo. Otros caminos, al fin y al cabo.
    Estos paseos han sido para mí confesionario y escuela. Medicina y salón de té. Música de pájaros atolondrados o un hormigueo que recorre la espalda cuando va cayendo la noche y aún está lejos la casa.
    Y así, como cualquier amante de los caminos, me molesta que se terminen. Que acaben en un muro de cemento o se diluyan con la floresta. Es como un coitus interruptus. Los caminos tienen el derecho y el deber de acabar en otros caminos que lleven a otros caminos que a su vez…
    Como en este pueblo no nos privamos de nada, teníamos lo que nadie tiene: un “anticamino”. Hasta hace no mucho, los domingos y fiestas de las de guardar me llegaba andando a comprar el periódico a Burgos. A la ida no me daba mucha cuenta pero a la vuelta, al llegar a nuestro término municipal el camino dejaba de existir. ¡Desaparecía! En su lugar se albergaba como un alargado agujero negro al que no se podía acceder. Tipo Guadiana. Y es que al otro extremo de ese agujero negro, a la otra punta, en tierras de la Emparedada, la pista volvía a aparecer como por arte de birlibirloque. No soy dado a creer en maldiciones pero parecía que aquello fuese obra de un diablo antojadizo.
    En otro lugar de esta revista nos contarán los datos. Cómo se ha realizado la Vía Verde y qué longitud tiene. Cuánto nos ha costado y sus lugares de interés (como el humedal cercano a FuenteMasul). Qué beneficios conllevará para el pueblo y sus gentes y a qué especies pertenecen los escasos árboles que se han plantado. Cosas de ésas, prácticas, que conviene saber. Pero yo, aquí, sólo quería dejar constancia de mi felicidad por que hayamos dejado de tener un anticamino y tengamos ahora una Vía Verde por la que llegarse hasta el pueblo. Por la que ya se acercan ciclistas, andarines  solitarios, grupos de señoras que no paran de contarse cosas... Y también, quería hacer llegar mi agradecimiento a mis compañeros de paseos. Agradecerles que me hayan acompañado en la tristeza y ahora también me acompañen (que por eso son compañeros, aún más, amigos) y que charlemos y que me enseñen. Agradecerles las risas y los silencios que, a veces, nos echamos juntos.
   Bozo el Payaso.





jueves, 15 de noviembre de 2012

La folie (mi pie izquierdo)

   Lo malo de no saber idiomas es te quedas convertido en un ignorante, en eso que ahora llaman un analfabeto funcional, como si hubiera otra clase de analfabetos. Aunque ahora que lo pienso y a la vista de la excelencia de muchos de nuestros políticos...
   Lo bueno de no saber idiomas es que siempre se pueden dar malentendidos propiciados por esa ignoracia y hay malentendidos que se aproximan un poco a la poesía.
   No es el caso pero...

   Te escribo con mi pie izquierdo. Ya se nota. El otro harto tiene con mirarse al ombligo y lamentarse de sus dolores y sus hinchazones. Es, ahora más que siempre, un inútil perdido. Es el pie izquierdo el que lleva toda la carga vital de este Gulliver que escribo a escondidas pues nos sobran motivos para una huelga general. Lo malo de hacer de la huelga general algo casi cotidiano es que siempre sale el ministro del ramo a decir que esta es una huelga general muy normalita, nada del otro mundo. X detenidos e Y heridos. Como diciendo, os jodéis que no me jodéis. Si al menos organizaseis algo..., qué se yo, con un par de muertos. Pero montar una segunda huelga general en el mismo año... ¿Total para qué?

Moncho
El Telas
   El martes, de regreso de inmovilizar mi pie inútil, paramos mis compañeros de frontenis y una servidora en la cantina del pueblo, a festejar que un esguince no es una rotura de ligamentos y mucho menos una fractura ósea. Mi cuerpo, cuando no se comporta como habitualmente hace, me da mucha grima. Y te juro que ayer dibujé con el pie por un lado y la tibia y el peroné por el otro un perfecto ángulo recto. Por dos veces, además, la segunda por aquello de las comprobaciones empíricas. Aguantando en ambos casos los 110 kilotes de mi inmunda humanidad. En la cantina, ya cerca de las doce, quedaban dos personas. Un vecino muy izquierdista (pero que mucho, no se cansó de amenazarnos) que viste como un dandy pero que se coge unas inmensas crisis de ansiedad ya que se dedica a materializar los despidos masivos de las empresas que le contratan. No va partiendo piernas para que los hasta ese momento trabajadores no se aproximen a sus empleos, sino que monta el marco legal para que no se acerquen aunque quieran. Le da requetepena, eso sí. El otro, lógicamente, era el camarero, que a la vez es propietario. Un chaval de unos veinticinco con una vida dura de un montón de hermanos huérfanos de muy jovencitos, de muchos de los cuales ha tenido que hacer de padre y muy señor mío, a la vez que se iba sacando la carrera de Derecho y se forjaba un porvenir. Se llama Nono y es un chaval bien majete que además de la cantina, lleva las sucursales del Banco de Santander en Cardeña y en Lerma, todo a pachas con su socio y amigo del alma Jorge. De mis compañeros de sudores te contaría y no pararía pero esbozaré dos apuntes que no vienen mal para lo que quiero contarte. Por una parte está Moncho, que es dueño al 50% de una empresa de esas que no sabes muy bien a qué se dedican por más que en los cristales del escaparate y en las tarjetas de presentación lo expliquen ampulosamente. Análisis de oportunidades, puestas en valor y demás mandangas, sobre todo si terminan en -ing. Al otro le conozco desde los 14 años. Pésimo estudiante, el pinta de la clase, duró un año en el instituto antes de que le mandasen para casa. Se llama Félix y hace mucho tenía una tienda de retales y desde que se casó con Elba (comandante puro y duro) tiene una tienda de telas. Aquí te los presento.
   En total, cinco, que viene bien para evitar empates. Hablamos de los cacos de Cardeña, de mujeres (siempre hablamos mucho de mujeres), del fin de semana de fiestas donde hubo una tremenda pelea entre (y aquí abro la horquilla) los 30 que me indica Nono y los 150 que me dijo Pilar Industrias. Y, para no alejarnos nada de la más absoluta previsibilidad, terminamos hablando de la huelga.
   Una somera ojeada sociológica al grupo ya nos haría prever los resultados. Dos empresarios, de pyme, sí, pero empresarios, un autónomo con establecimiento, un izquierdista pero que muy izquierdista por más que a los ladrones de Cardeña los mate, si con él se cruzan, o viceversa, admitió la posibilidad, izquierdista bastante pirado, grandón, con ataques iracundos y corbata y cubata de JB. Y, claro, una servidora.
   Y de repente me vi rodeado de discursos. Sí, de discursos, que hasta se pedían la palabra y aportaban datos que, date cuenta, no conoce ni un cinco por ciento de la población. Y bueno, para no largar más al Gulliver, y por aquello del no molestar, me terminé callando y pensando que soy gilipollas, lo cual no tiene mucha importancia, a estas alturas de curso.

   Empiezo a escribir de huelga y acabo en día de baja médica y contigo ya en los adririberas. Ya lo habrás notado por el rumbo tan de sopetón que ha tomado la anterior historia. Pero no quiero que, mientras el tiempo lo permita, te pases ningún día laborable si tu Gulliver, lo cual no sé si suena a amenaza, que es probable que sí.

   Así que al grano, Jose. Hoy traigo a los Stranglers, grupo ochentero que en aquella Segovia nos sonaba muy rompedor. Lo bueno de no saber idiomas es que eres libre para pensar. Yo siempre pensé que folie quería decir hoja en francés. Así que año tras año, cuando llegaba el otoño y no me daba la patarrancadepresiva, me ponía bien puesta esta canción. La folie.
 

   Y resulta que folie significa locura. Qué cosas.
   De este grupo quizá te interese otra canción. Se llama Spain y gran parte de su letra la ejecuta la hija del Dictador con su celebérrima felicitación de navidad. "Yo deseo que todos los españoles tengan una casa alegre con cariño y con juguetes. Y por eso envío un beso a todos los niños del mundo". ¡Qué locura!
  





martes, 13 de noviembre de 2012

14-N Gulliver hace huelga


Entrada muda, clamor silencioso. Pero nuestros seguidores (aquí, Luis, como sabes, el plural es, en tu honor, mayestático) nuestros seguidores, decía, no tienen la culpa. Así que reponemos un cuento, breve, ya viejo y que no sé si habías leído.



EL ÚLTIMO AQUITANO
  
Cuenta la leyenda que se fueron, corriendo tan rápido que no dibujaron ni huellas en la arena del bosque. Arena fina y empapada de rocío, arena casi barro que nos recordaba que el océano no andaba lejos. El campamento, apenas media docena de tiendas de lona, en poco se diferenciaba ahora de un camposanto. Tan sólo los fanales encendidos, confeccionados con tripa hinchada de animal y que pendían de las ramas más bajas de los pinos, como bolas de fuego entre las brumas, harían creer al improbable observador que se encontraba en la tierra de las mil lunas. Allí, aún más arriba, la de verdad, la vieja luna, también era llena esa noche.

Y era la noche la que se encargaba de subrayar la sensación de huída, de pregunta desolada. Sólo un pájaro común, con sus trinos intempestivos y atolondrados, se atrevía a romper el espeso silencio.

Ante tal y tan profundo abandono, quizá tuviésemos que preguntarnos quién se encontraba en aquel lugar para contarnos la leyenda. Vano intento. Respuesta fútil. Así que indagaremos, a la búsqueda de razones para las que al menos podamos inventar conjeturas.

¿Somos capaces de meternos en la piel de aquellos aquitanos embrutecidos por las batallas, revolcados en la ignorancia, ofuscados por el alcohol pernicioso que conseguían de amargas bayas? ¿Haremos el esfuerzo de intentar imaginar cómo el engendro del miedo les pisaba los talones?

Si aún no fuera noche cerrada, si levantase la niebla rastrera, alguna elegante rapaz podría observar los trazos que los guerreros dibujaban en su huida, bien parecidos a los que perfilaría una colonia de hormigas a las que un chico trasto hubiese borrado el olor de su senda habitual. Pero aún era noche cerrada y la niebla se agarraba a la tierra, empapándolo todo. Y el miedo, también estaba el miedo.

Sólo así se explicaría que ninguno de los fugitivos se diese cuenta de que Tetulano no se hallaba entre ellos. Su jefe, altanero y cruel, adorado, no encabezaba la marcha ni espoleaba a los rezagados. Podemos imaginar además que pronto el grupo (por la bruma, por la oscuridad, por el miedo) se fue desgajando, dejándose orientar por el instinto, por la necesidad, por el mapa anímico de sus antiguos hogares. Tiempos felices que ahora sólo intuyen mas dirigen hacia allí sus pasos. ¿Pero es que alguien recuerda dónde quedaba su morada?

¿Qué hay, pues, de su jefe? ¿Dónde se encuentra el fiero Tetulano? Nosotros sí que lo sabemos, lo cuentan las leyendas. Que los efluvios del amor, de una conquista más, de su última batalla, esta vez con una muchacha salvaje, carnal, obnubilaron sus sentidos y así no vislumbró el peligro. Aún no se había borrado la sonrisa de su último sueño cuando en su choza de jefe entraron los perseguidores, anónimos, sin rostro, negras armaduras que le arrastraron sin piedad.

Sería irrisorio hablar de juicio, de que le otorgaran la posibilidad de cualquier alegato en su defensa. No eran tiempos. La suerte estaba echada y Tetulano lo sabía desde siempre. En su improvisada prisión  podía oír las faenas. El trajín de las hachas. Los maderos arrastrados. Los clavos de hierro que, al entrar en la madera con golpes sincopados, se anunciaban por el bosque y rompían el silencio como una piedra la quietud de un estanque. O de una charca.

Sus captores (¿los mismos espectros negros?) entran en la tienda donde lo tienen amarrado. No hacen falta palabras. Tetulano se pone en pie y sale al relente de la mañana. Sí, una luz plomiza advierte que no puede tardar el comienzo de un nuevo día. El pájaro común, atolondrado, repite de nuevo su canto. Tetulano aún sonríe en una mueca que quiere ser desdeñosa y que sólo le sale amarga. ¡Qué ironía! Es la hora.

Con ritmo cansino recorre, uno detrás de otro, los escasos metros que le conducen al cadalso. Sin que sepamos cómo, ha venido gente de todas partes, pero ahora él prefiere mirar sus sandalias. Diez escalones le separan ahora del lugar en el que, sin remedio,  va a morir.

(Moliets y Cardeñadijo, abril de 2007)

Tú eres la reina (y 2)

   Les gustaron a mis amigos esas vacaciones eróticomusicales. Se cebaron. Así que repitieron y repitieron. Después de Cuba vino la República Dominicana, donde, más que en ningún otro lado, la música es religión y alimento. Fui yo a comprobarlo, ya mucho más tarde y con Charo, ya ves qué maneras de ir. Y en chabolos fabricados con cuatro chapas había equipos como de macrodiscoteca y en los autos lo que más te sorprendía eran las pedazo de defensas contra las posibles, mejor digo contra las probables colisiones y unos altavoces en el techo como trombones de la muerte. Ah, y los letreros en las puertas de las discos prohibiendo introducir en el local armas de fuego. Qué miedo, macho.


   Si la cosa estaba ya bastante movidita, con Santo Domingo se aceleraba el doble. Trajeron merengue y bachata y ya cierto estilo en marcar los pasos y cimbrear la cintura. Se ve que habían practicado. Los que no habíamos ido hacíamos lo que podíamos, pero que quede clarito que hacíamos mucho lo que podíamos.

   Trajeron las canciones de amor y miel de Juan Luis Guerra, al que ya conocíamos por aquí. Europeizado que estaba, se ve. Y venga a llover café en el campo. Y venga que te venga la Bilirrubina. Pero tenía otras, muchas más. Y una de las que más chance es la que aquí te meto, casi de rondón. Visa para un sueño.


   Y luego estaban los hermanos Rosario, auténticos señores de la isla. Les chispeaban los ojos a mis amigos, recordando cómo se ponían de tiernecitas las niñas quisqueyanas con los hermanitos.  
   Pero las que de verdad reinaban en sus regresos eran las que estaban escondidas en docenas de cintas que habían grabado directamente de la radio. Nos sabíamos hasta las ráfagas publicitarias. Y qué ráfagas. De muchas de las canciones ignorábamos el intérprete pero daba igual. Aún tendré yo alguna copia en el más recóndito de los cajones donde guardo las cintas de casete, con lo que nos vamos a quedar, hoy por hoy, sin escuchar semejantes piezas.

   Luego vino Brasil y Costa Rica y quizá México y Guatemala. Ya no recuerdo. Pero en la cosa musical lo que fue la bomba es cuando regresaron de Colombia.

   Por aquel entonces tenía yo la suerte de estar ya trabajando en el Monasterio del Prado, en Valladolid.
   Arribé a Pucela solo y con lo puesto pero con todas las puertas abiertas. Llegué hecho un dios, gracias a que una amiga que estudiaba Filología allí estaba terminando la tesina sobre Juan Ramón Jíménez, así que le iba saliendo una tesina plagada de "jotas" con viaje a Puerto Rico incluído. Era la única que quedaba de un grupo de bravas a las que solíamos visitar cuando estába yo en Segovia. Se llamaba Coco y junto con su novio Arturo compartía un piso bastante céntrico con dos hermanas recatadas y asustadizas. Y no era para menos, ya que las broncas entre mi amiga y su novio todavía son recordadas en el lugar.
   Entre movidón y movidón, tuvo a bien la pareja ofrecerme una habitación que les sobraba. Era interior y minúscula pero tampoco parábamos mucho en casa. Mas no solo me ofrecieron alojamiento. Me brindaron algo que a la postre sería mucho más gratificante para mi estadía en la capital (administrativa) de esta comunidad autónoma. Y es que me hicieron gratis una campaña de publicidad de la órdiga, entre sus amigos y conocidos. Todo gracias a que lo primero que hice cuando desembarqué en el piso de la calle Bautismo fue pegar en la pared de la cocina un póster en blanco y negro, de tamaño descomunal, del bueno de Camarón de la Isla. Ya ves, el valor de los detalles. Con estos precedentes, no tardaron las Chicas de Santuario, cuatro universitarias amigas de Arturo, en prepararme un fiestón de bienvenida. Y una de aquellas chicas era nada menos que Mirella, con la que viví una relación tan intensa que de casi que nos quedamos ambos en el intento. Todo era un destilado ardiente de pasión incontenible, que duraba horas y horas y horas cada vez que tocaba lo de que cada mochuelo a su olivo. Eran unas despedidas tan tremendas que casi nunca llegaban a producirse. Vamos, una cosa... Para amenizar más la situación, la relación la debíamos llevar en el más sigiloso de los secretos, ya que resulta que Mirella tenía novio. Fernando, sonrisa perpetua, más majo que las pesetas y requeteamigo de todos los que por allí andaban. Creo que al secreto no le cabían más voces que proferir, pero todos nos comportamos muy civilizadamente en toda ocasión.
   Y por aquí que al final llego a donde quería llegar, solo que dos entradas de bitácora más tarde. Y es que, por si fuese necesario meterle más intensidad al asunto, Mirella y yo endulzábamos nuestro vínculo con la última de las músicas que habían traído mis amigos de allende. Directa desde Colombia al corazón vino nada menos que la música vallenata, que al principio escribíamos con "be" de ballena pero que si se llamaba así era porque procedía de Valledupar. Era música alegre, arrolladora, pegadiza, donde hubiera mandado un acordeón chiquitito si no mandasen unas voces amigas y unas letras que te partían el alma. Justo, justo lo que nos hacía falta a Mirella y a mí.

   Te incluyo aquí una de esas letras, para que te hagas una idea. Es del vallenato De rodillas, de Rafael Orozco. Y fue lo que eligió mi amigo Nacho Cuevas para leer en mi boda, en vez de las consabidas epístolas.

   "Podrá desviarse la creciente de un río
   podrá no haber más nubes en el cielo
   podrán morir muchas regiones por frío
   podrán cambiarse la costumbre de un pueblo.

   Todo eso pasará...

   Podrá la muerte en su afán callar mi voz
   y que tú no escuches mis canciones
   podrán volver golondrinas a tu ventana
   podrá ocultarse para siempre el Sol.

   Pero nunca se podrá apagar 

   la llama del amor que tú has prendido en mí

   Porque así de rodillas,
   como se adora a Dios,
   con este gran amor solo te quiero yo.

   Podrán los mares no besar sus playas
   podrán los vientos no emitir sonidos
   podrán no haber más estrellas fugaces
   podrá acabarse la ternura del niño.

   Todo eso pasará...

   Podrá invertir su rotación la Tierra
   que no desprendan su aroma las flores
   quizá no vuelva a nacer una mujer bella
   se acabarán los misterios para el hombre.

   Pero nunca se podrá apagar 

   la llama del amor que tú has prendido en mí.

   Porque así de rodillas,
   como se adora a Dios,

   con este gran amor solo te quiero yo".


   Ah, el vallenato.
   Aunque pudiera pensarse, a la vista del elevado número de intérpretes, que medio país se dedicaba a ello, cómo no, existía el rey de reyes, el Cacique, más famoso aún que el Binomio de Oro, más querido que Escalona, ahí es nada. Se trata de Diomedes Dionicio Díaz Maestre, se trata, en fin de Diomenes Díaz y él es el que, acompañado por otro grande, el acordeonero Colacho Mendoza,  canta la canción que te quería presentar. Ay, hombre.


   



lunes, 12 de noviembre de 2012

Tú eres la reina (I)

   No, Luis, no temas. No es esta una declaración. Ni de amor ni de intenciones. Solo es el título de una canción ¿pop? Yo creo que sí y también creo que tú estarás de acuerdo en ello. No vamos a andar a estas alturas con estrecheces ni poniéndole puertas al campo. Al extenso y fecundo campo de la música pop(ular). Y ya que estamos viajeros, démonos un rulo por el continente hermano, que se decía antes. Crucemos el charco, que  en este barco sale muy bien de precio.
   Oh. Ya a vista de pájaro está claro que tenemos mucho donde elegir. Así que habrá que afinar y encontrar "maraviiiillas" (al modo del no sé si fresa o chocolate Perugorría, allí, bastante cerca).

   Según voy escribiendo me voy dando cuenta de que empieza a parecerse este Gulliver, más que a un manual de iniciación, que es de lo que se trataba, a una autobiografía en pequeñas dosis. Pildoritas con recuerdos como excipiente. Es lo que tienen las palabras, que hacen de nosotros perros falderos aullando súplicas y al final nos llevan por donde les place. Y así tengo la impresión de que se está convirtiendo esto en las batallitas del abuelo (o al menos tío-abuelo) Jose con acento en la "o". Pero mientras te dejes...

   Supongo que sabrás que musicalmente, mi generación era anglófila y requetefoba para todo lo demás. Los absurdos prejuicios. Los cantautores que tanto escuchaban mis hermanos mayores era todo un tostón. La política nos la sudaba, además. Otras músicas como el bolero, la ranchera, la cumbia, la copla, no digamos la clásica, pertenecían al mundo de los mayores y no había ningún punto de contacto entre ese mundo y el nuestro. Antagonismo líquido y abrasador, en estado puro, por si no lo había dejado del todo claro en la frase anterior. Y ahora me pregunto cuánto tardará la Pollo en ver las cosas así. Ay.
   Pero, siempre lo hemos mantenido aquí, viajar es una especie de fórceps pero a la inversa. Te abre los ojos, te suelta el corazón, te oxigena el cerebro. Yo nunca he sido muy viajero y ya se me nota, ya. Pero he tenido la suerte de contar con unos amigos que sí que lo han sido, con lo que los beneficios me llegaron a mí por personas interpuestas, que también así se vale.

   Serían los últimos 80, quizá ya los primeros 90. Hacía unos años que vivía en Segovia. Primer trabajo fijo y, en aquel feliz e ingenuo entonces, para toda la vida. Pisos compartidos. Lo que traía consigo gustos compartidos, ropa compartida, músicas compartidas. New Age en el mundo en inglés, que era el nuestro. Joe Jackson, Elvis Costello, los Proclaimers, algunos de ellos saldrán no tardando por aquí, supongo. Los amigos de Burgos u otros que estudiaban en Madrid, en Valladolid, se dejaban caer cada poco para fiestas que harían encanecer al más pachorra de los vecinos de abajo, supongo. El cuerpo todavía aguantaba las empalmadas, los excesos de largos fines de semana.
   Los amigos, más aventureros o simplemente más ahorradores, se escapaban las vacaciones al otro lado del charco. Empezaron con la Cuba vigilada y trajeron ron, puros y las músicas actuales que allí se hacían. Ah. Fuimos listos y nos dejamos de que toda nuestra vida estuviese amenizada por pampirolaras in inglis. Y empezamos a oír y sobre todo a bailar cha cha cha, boleromambo pero lo que más salsa y son. Música para menearse rapidito pero bien apretado a la negra de turno. Sí, ya habrás adivinado que no eran aquellas únicamente unas vacaciones culturales.

   Y así que empecé a oír lo que poníamos en casa cuando regresaban, todavía ellos con el sexo arrebatado y yo, oído avizor. Sonaba en los directos de la radio revolucionaria Ibrahim Ferrer, Pérez Prado, Omara Portuondo, Compay Segundo y el resto de lo que más tarde el lince de Ry Cooder inventaría como BuenaVistaClubSocial. Y un larguísimo etc., claro, lleno de localismos y con la sangre africana bien evidente. También trajeron a Pablo y a Silvio, sobre todo a Silvio. Y estos no eran para la fiesta-fiesta-fiesta casi perpetua de aquellos días y sobre todo de aquellas noches. Eran para cuando llegaba el descanso y pensabas en la fiesta-fiesta y en lo bien que te lo habías pasado y que encima igual se había trompeado tu mirada con unos ojos que no es que no estuviesen mal sino que estaban demasiado bien.

 
   Y volvías a no dormir y sería otra vez por la colacola, aderezada ya con mejores calidades en las que nos dejábamos íntegros los sueldos (cómo no Havana Club con un montón de años y de hielos pero también valía el Johnnie Walker etiqueta negra o algún bourbon pegón pero que entrase como la seda). Yo tenía en casa un conejo blanco que me solía acompañar en las farras. Pero esa es otra historia.

(Continuará...)
Por si te supo a poco

De Silvio Rodríguez: Ojala, Quién fuera, Te amaré
Otros artistas: De Compay, Chan Chan y Guatanamera. De la Celia, Sanzón. Y también los Van Van.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Otros secretos que me contó Yolanda. (I'm beautiful!)

   Hoy seré breve. Incluso muy breve.
   Ya que tenía almacenados unos cuantos Gulliveres, en previsión de días de sequía, de tiempos de silencio. Pero, mira, oye, que se me van acabando y padezco horror vacui. Que no se me va ni con la pastillita.
   Así que aprovecho el buen cuerpo que me dejó la entrada de ayer y recupero (previa visita con el dedo a la colección de cedés) otros tesoros y otros secretos de los muchos que me contó al oído Yolanda.
   Me he asustado un poco cuando he comprobado que eran tantos y tantos. Vaya este post en señal de mi agradecimiento eterno. 

Gulliver besa por donde Yolanda pisa
   He elegido tres y, qué curioso, calambur, los tres pertenecen al subgénero  llamado "americana". Aún hoy es una de mís música preferidas (dentro de lo preferidas que me estoy dando cuenta de que me son muchas de mis músicas).
   Tú, que me has salido rockero, te vas a pensar que son un muermo. 

Clem Snide
(Juro, por estas que son cruces, que nos acompañarán otros días por nuestros viajes)


The Czars
 

The Jayhawks
(Otros que tal bailan)
 

   Buen fin de semana, mi jefe.