lunes, 12 de noviembre de 2012

Tú eres la reina (I)

   No, Luis, no temas. No es esta una declaración. Ni de amor ni de intenciones. Solo es el título de una canción ¿pop? Yo creo que sí y también creo que tú estarás de acuerdo en ello. No vamos a andar a estas alturas con estrecheces ni poniéndole puertas al campo. Al extenso y fecundo campo de la música pop(ular). Y ya que estamos viajeros, démonos un rulo por el continente hermano, que se decía antes. Crucemos el charco, que  en este barco sale muy bien de precio.
   Oh. Ya a vista de pájaro está claro que tenemos mucho donde elegir. Así que habrá que afinar y encontrar "maraviiiillas" (al modo del no sé si fresa o chocolate Perugorría, allí, bastante cerca).

   Según voy escribiendo me voy dando cuenta de que empieza a parecerse este Gulliver, más que a un manual de iniciación, que es de lo que se trataba, a una autobiografía en pequeñas dosis. Pildoritas con recuerdos como excipiente. Es lo que tienen las palabras, que hacen de nosotros perros falderos aullando súplicas y al final nos llevan por donde les place. Y así tengo la impresión de que se está convirtiendo esto en las batallitas del abuelo (o al menos tío-abuelo) Jose con acento en la "o". Pero mientras te dejes...

   Supongo que sabrás que musicalmente, mi generación era anglófila y requetefoba para todo lo demás. Los absurdos prejuicios. Los cantautores que tanto escuchaban mis hermanos mayores era todo un tostón. La política nos la sudaba, además. Otras músicas como el bolero, la ranchera, la cumbia, la copla, no digamos la clásica, pertenecían al mundo de los mayores y no había ningún punto de contacto entre ese mundo y el nuestro. Antagonismo líquido y abrasador, en estado puro, por si no lo había dejado del todo claro en la frase anterior. Y ahora me pregunto cuánto tardará la Pollo en ver las cosas así. Ay.
   Pero, siempre lo hemos mantenido aquí, viajar es una especie de fórceps pero a la inversa. Te abre los ojos, te suelta el corazón, te oxigena el cerebro. Yo nunca he sido muy viajero y ya se me nota, ya. Pero he tenido la suerte de contar con unos amigos que sí que lo han sido, con lo que los beneficios me llegaron a mí por personas interpuestas, que también así se vale.

   Serían los últimos 80, quizá ya los primeros 90. Hacía unos años que vivía en Segovia. Primer trabajo fijo y, en aquel feliz e ingenuo entonces, para toda la vida. Pisos compartidos. Lo que traía consigo gustos compartidos, ropa compartida, músicas compartidas. New Age en el mundo en inglés, que era el nuestro. Joe Jackson, Elvis Costello, los Proclaimers, algunos de ellos saldrán no tardando por aquí, supongo. Los amigos de Burgos u otros que estudiaban en Madrid, en Valladolid, se dejaban caer cada poco para fiestas que harían encanecer al más pachorra de los vecinos de abajo, supongo. El cuerpo todavía aguantaba las empalmadas, los excesos de largos fines de semana.
   Los amigos, más aventureros o simplemente más ahorradores, se escapaban las vacaciones al otro lado del charco. Empezaron con la Cuba vigilada y trajeron ron, puros y las músicas actuales que allí se hacían. Ah. Fuimos listos y nos dejamos de que toda nuestra vida estuviese amenizada por pampirolaras in inglis. Y empezamos a oír y sobre todo a bailar cha cha cha, boleromambo pero lo que más salsa y son. Música para menearse rapidito pero bien apretado a la negra de turno. Sí, ya habrás adivinado que no eran aquellas únicamente unas vacaciones culturales.

   Y así que empecé a oír lo que poníamos en casa cuando regresaban, todavía ellos con el sexo arrebatado y yo, oído avizor. Sonaba en los directos de la radio revolucionaria Ibrahim Ferrer, Pérez Prado, Omara Portuondo, Compay Segundo y el resto de lo que más tarde el lince de Ry Cooder inventaría como BuenaVistaClubSocial. Y un larguísimo etc., claro, lleno de localismos y con la sangre africana bien evidente. También trajeron a Pablo y a Silvio, sobre todo a Silvio. Y estos no eran para la fiesta-fiesta-fiesta casi perpetua de aquellos días y sobre todo de aquellas noches. Eran para cuando llegaba el descanso y pensabas en la fiesta-fiesta y en lo bien que te lo habías pasado y que encima igual se había trompeado tu mirada con unos ojos que no es que no estuviesen mal sino que estaban demasiado bien.

 
   Y volvías a no dormir y sería otra vez por la colacola, aderezada ya con mejores calidades en las que nos dejábamos íntegros los sueldos (cómo no Havana Club con un montón de años y de hielos pero también valía el Johnnie Walker etiqueta negra o algún bourbon pegón pero que entrase como la seda). Yo tenía en casa un conejo blanco que me solía acompañar en las farras. Pero esa es otra historia.

(Continuará...)
Por si te supo a poco

De Silvio Rodríguez: Ojala, Quién fuera, Te amaré
Otros artistas: De Compay, Chan Chan y Guatanamera. De la Celia, Sanzón. Y también los Van Van.

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