jueves, 31 de enero de 2013

   "Salimos antes del amanecer, del puerto de San Ciprián, en El Ferrol, el primer domingo de 2013. Cuando la ciudad se derrite y se confunde con el alba, aún duermen los niños a los que han visitado ya los Reyes de Oriente. Pero ellos aún no lo saben. Ninguna nube empaña nuestro navegar"

    Así, seguramente, empezará la novela que nunca escribiré. Todavía no sé dónde será el naufragio (una sea movie sin naufragio es como una jota burgalesa sin castañuelas). También desconozco cuál será el título. 

   Pensando en música acuática que engalane la aventura, suben como pasajeros a nuestro gulliver los Waterboys, con sus canciones líquidas y marineras. Desde mediados de los ochenta.



   Como su nombre indica, tienen muchas canciones navegables. En esta es otro mar, mucho más lejano, evocador, igual más ancho. "This is the sea"

   Pero la que de verdad tocaba hoy es una de su último álbum, de hace nada más que un año, titulado An Appointment with Mr Yeats, un emocionado homenaje al poeta, poderosa y antigua influencia para Mike Scott, alma del grupo. Y la chica canta poco, pero de cojones.








martes, 29 de enero de 2013

Dexys

   Vamos a necesitar muchas canciones como esta para aguantar el año. Te lo digo desde el segundo ingreso de Nines, que ha conllevado, causalmente, el quedarme medio tuerto y con un flemón del tipo enorme. Y aún así te lo digo con un poso de humor. Por más que huela a absurdo desvarío de vieja alcohólica. Causalmente, ya que lo mío es psicosomático cien por cien.

   Música.

   Son aquellos Dexys Midnight Runners del tremendo éxito, en los 80, que se han acortado el nombre y quizá las melenas, pero no las ganas de seguir pasándoselo pipa con grandes canciones. Deberías escuchar la versión del disco. Potente.


     Asimismo, creo que deberíamos ir haciéndonos acopio de un buen saco lleno de chorradas. Por ejemplo.






Cosas que los nietos deberían saber

   


   Objetivos.   

   Objetivos, ¿cuáles son?

   Objetivos, ¿cómo alcanzarles?

   Objetivos indeseados, evitar.


   Objetivos, ¿existen o son puro espejismo emocional?

   Objetivos irracionales.


   Objetivos, sopesar seriamente la opción de no alcanzarles. Utilizar para ello la inconsciencia y la inconstancia.

   Objetivos, concretar y, si eso, posteriormente, enumerar.


   En el principio fue el silencio. O el leer, en silencio, un libro plagado de locuras de Sterne. Leerlo en silencio pero escuchándote a cada rato. 

   En el principio estaban las ganas de que ciertas canciones te pusieran a ti el cuerpo como a mí me lo ponen. Un viaje a la tontería liliputiense para que no todo fuese tremendos gigantes y otros clásicos de gran tamaño y copiosas ramificaciones.

   Después, no sé el momento, todo se convirtió en pura autobiografía. Traerme al ahora recuerdos que hacía tiempo que llevaban olvidados. Y como me hacía su gracia, pues por ahí que seguí el camino.

   Pero, desde hace poco e irremediablemente, se me ha convertido el Gulliver en el redactor de un manual scout para tiempos tristes. Y no sé si eso... Además, el manual va ilustrado lo que conlleva el peligro probable de convertir nuestra bitácora en el misalito casposo de los ejercicios espirituales de don Isidoro, que nos conminaba a cantar que "en el campamento no queremos ni ursulinas ni merengues". Y claro, de aquellos barros...

   Sigamos siendo buenos, al menos yo. O seamos siguiendo buenos, que parece frase con truco y así, me puedo permitir ciertas travesuras. 



   El tema que hoy te traigo lo he llevado amamantando en mi regazo durante tiempo. Escondido como un secreto. Y es que me daba pena gastarlo, por intentar explicarlo si tal hiciese falta. Es de un perdedor. De un inconsciente e inconstante perdedor, con su buenismo y con su estética. A veces barbudo, siempre alejado de los focos. Un gran compositor.  Su mejor tema es una balada tímida y dulce titulada It's a motherfucker.  Algo así como "es un hijo de la gran puta". Duele mucho más cuando te insultan sin levantar la voz. Pero creo que la canción que más te puede gustar es Novocaine for the soul. Anestesiando el alma para que duela menos.  



      El bueno de Mark Oliver Everett, más conocido con Mr. E, o simplemente E, se sirvió de la música para aguantar la vida después de que su adorada hermana se suicidara y de que a su madre le detectasen un cáncer terminal. Así creó Eels.  Lo explica muy bien en un libro de esos de carretera, titulado así:




viernes, 18 de enero de 2013

La buena vida


   Continuamos otro gulliver más con esto de las intenciones sanas, los mensajes positivos, intentando desbordar optimismo, contagiar buen rollo, calzarnos las gafas de color rosa "zapateril", que decía el navarro Pedro... Ya me dirás cuándo te hartas, si es que no lo has hecho ya.

   ¿Por qué caminar por esa senda?, preguntará el sabio. Y yo, como siempre, no sabré muy bien qué respuesta ofrecerle. Seguro que intentaré escaparme por las ramas peteneras de un razonamiento impepinable. Con la que está cayendo, y uno, que no desciende de una estirpe de guerreros, no tiene más remedio que pelear con las armas de que dispone. Sonrisas, besos (mi hermana Bego era terriblemente besucona), también abrazos. El objetivo principal es ablandar al enemigo. Pero como ahora ya nadie sabe dónde está el enemigo y, encima, el enemigo no tiene pinta de ablandarse por más arrullos y meloserías que con él gastemos, pues va a ser un motivo falso, tramposo. Y lo peor es que ya lo sabía yo desde el principio. Y lo ya pésimo del todo es que también el sabio lo sabía. Se le nota muchísimo en ese entrecerrar de ojos y en la sonrisita sobrada. Habrá que contar la verdad más obvia. 

   Es por cobardía.

   Hoy todos dicen ser cobardes pero nadie, en su fuero interno, se lo cree ni una miajita . Ni tan siquiera yo, que tantas veces lo he demostrado. Además y para empeorarlo todo, mi cobardía no viene del miedo sino de la pereza. No sé si me entiendes.
 

   El grupo de hoy, ya te he avisado, se llama La buena vida. Me suena que son de San Sebastián, tampoco les he seguido mucho los pasos. Pero hete aquí que me gustó una canción, que es la que te traigo. Ahora mismo no sé ni cómo se titula pero lo que se cuenta en ella me pareció muy oportuno para ofrecérselo a Charo a los mismísimos pies del altar, a la vez que mi alma. 

   Y es que, como tiendo a lo hippy y soy inconsecuente a más no poder, nos casamos por la iglesia. Y encima, no puedo alegar en mi defensa que nos viésemos obligados para no dar tremendo disgusto a la familia creyente. Mi padre, de los míos el único católico practicante, estaba ya de vuelta de todo tras una vida. Y haber casado (por la iglesia) a mi hermano primero, y, no tardando,  a mi hermana, ambos separados de sus parejas media docena de años después. A la familia de Charo tampoco le atrapa el olor a incienso. Bien es cierto que en el 1997 aún no se habían popularizado las bodas civiles. Creo, incluso, que te tenía que casar un juez o en quien él delegase. Y casarse en los Juzgados es casi casarse por lo penal.

   La cosa es que nosotros nos casamos por la iglesia. Y dado que ambos lo habíamos elegido, y si se elige hacer algo, hay que hacerlo como dios manda, nos tomamos el asunto con mucho cariño. Intentamos que no fuera una boda al uso. Al menos para nosotros.


  Al oficiante le conocimos subido a al tejado de la iglesia y blandiendo una motosierra. Fermín, el párroco de Tordueles. Bajó de cuatro brincos y se plantó ante nosotros con una melena que ni el mismísimo Jesucristo, los pulgares en las trabillas de los vaqueros y con unas camperas a las que no cabían más tachuelas por ningún lado. Estuve a punto de desenfundar primero pero Charo me frenó. Nos invitó a un café en su casa, que nos sirvió con resolución y afecto su novia, que es hija del compañero de subastao de mi entonces futuro suegro Primitivo. Es un poco lío pero Primi le sigue picando al amigo con lo del buen yerno que se ha echado. Cosas de los pueblos. Con Fermín, concertamos fecha y, muy por encima, el desarrollo del acto y esos fueron todos los ejercicios espirituales que nos hizo hacer. O nos vio muy convencidos o muy enamorados, vete a saber.

Fermín, cura rural de las localidades de Ura, Puentedura y Tordueles
   Hicimos una larguísima lista de preparativos y una no tan larga de invitados (que al final creció, fuimos cerca de doscientos). Entre las muchas tareas, la que más tiempo nos costó y una por las que sentimos más cariño fue la recolección de 400 cantos rodados, del tamaño de una castaña (aprox.) y sin la más mínima grieta ni mácula. Todas las piedras salieron de un antiguo cauce del río Arlanza, a su paso por Tordueles. La Madre  Tierra estuvo con nostros, por explicarlo. He de reconocer que nos ayudó, con gran energía y también entusiasmo, la que sería en breve mi suegra Lucía. Para complicar más el asunto, las piedras debián "casar" de dos en dos. 

   ¿A qué tanta mandanga?, te andarás preguntando. Pues todo ello se debía a que habíamos encargado doscientos saquitos de barro a un alfarero de Mecerreyes y pretendíamos llenar cada uno con una pareja de los guijarros. Como recuerdo para los asistentes. Acompañando a las piedras, convenientemente enrollado y lacrado, en un papelito de colores suaves se podía leer, para mis vergüenzas, lo siguiente: 

Pensamos los viejos que las piedras de los 
ríos son corazones de amantes que se
quisieron tanto quer no permitieron que nada
los separase.

Igual los más viejos nos lo creemos sólo
porque nos lo dijeron nuestros más viejos y
así una y otra vez.
Igual estamos equivocados.
Y entonces Charo y Jose no se convertirán
nunca en piedras como éstas que ahora
tenéis. Mas no importa.

Lo que de verdad cuenta es el deseo que
tienen de que nunca nada les separe.

De cualquier forma, pongáis donde pongáis
estas dos piedras, sólo por si acaso,
ponedlas juntas.

   Ya ves, Luis, lo de ser tan gilipollas no me viene de ahora. Debe de ser de nacimiento.

   A la puerta de la iglesia de Tordueles esperé, acompañado por buena parte de los invitados, a que llegase la novia. Así lo manda la tradición. La traía su padre del brazo, montados ambos en un carruaje, como Cenicienta. Tiraba del conjunto un yegua blanca y de gran alzada, que atendía por el nombre de Princesa. Amarrado con un cordel al petral, les seguía al trote un potrillo de igual capa y un par de meses de vida. Por ello, la yegua, pese a ser mansa de condición, se mostraba nerviosa. No te digo más que una vez todo el personal hubo entrado en el templo, un hermano de Charo se encargó de devolver a ambos animales a las tranquilizadoras cuadras. Con lo que me ahorré yo, y al cielo que le doy las gracias, el oficiar de cochero de la ya mi mujer, al finalizar el acto, en el viaje de regreso al Molino.

   Y ya llegamos casi hasta donde queríamos por más que nos haya costado. Ya que en la misa no faltó primo violinista, ni amigos con poemas en vez de las Lecturas con mayúsculas y sagradas, ni dejó de tenderme Fermín la trampa que me había jurado, el blasfemo, que no me iba a tender, y no me quedó más remedio que  agarrar el micro y agradecer su presencia a todos los presentes, a los que en mi acelere no alcanzaba a ver, y desear a todos que se casasen y a los que estuviesen casados, que se casasen otra vez. 

   Tampoco faltó, claro, la banda sonora. No recuerdo muy bien cual fue. Sólo me quedan en la memoria dos canciones. Una era la "Lágrima" de Dulce Pontes, para emocionar a mi suegro, que tiene un cacho de alma portuguesa. Y la otra, es la que aquí te dejo para acabar este gulliver variado y complejo. Casi un multifrutas hecho a patchwork


jueves, 17 de enero de 2013

La suerte


   Aclaremos, antes de que el título de esta entrada nos lleve a equívocos, que no creemos en las poderosas artes de la diosa Fortuna, por más que sepamos que esta exista, antojadiza, esquiva. 

   Habrá otros momentos en este cuaderno para defender tan insólita postura pero no será este, ya que el mismo quiere ir dedicado quizá a otra diosa, celta y que atiende por Artio, a la que encargaron el cuidado de los bosques.

   Y así, la suerte a que esta vez nos referimos nada tiene que ver con hados ni farios, sino con el inmenso papelón que me ha caído encima de mis enclenques hombros. Madre de dios, me ha tocado un trozo de bosque de veras enorme y plagado de vegetación de diverso calibre y peligrosidad, al que habremos de dejar, o esa es nuestra intención, tal cual está la Isla, por poner un ejemplo que me encantaba. Hace tiempo que no voy. 

   Menos mal que Basilio ha estado presto a echarnos al menos un par de manos. Y además no lleva anillos que se le puedan caer. Pero, ¡qué acerelación! No tenemos herramienta ni medio de transporte de los troncos. Y lo que menos tenemos es lo peor porque no tenemos ni puta idea de cómo empezar. Ahí estará Basilio, de nuevo, pero aún así.

   Y más Basilio, ya que esta que canta bien podría ser su hermana un par de años mayor.


   Me da apuro decirlo pero "La niña" la cantaba Lucía, y bien entonada, a eso de los cuatro años. 












miércoles, 16 de enero de 2013

¡Un poco de juerga para empezar bien la mañana!

    
    Pan y agua se llama esta canción. Para tiempos complicados.

   Es la primera vez que me pasa, que estoy escuchando una canción nueva y me digo y te digo, está va para Luis

   Encima no tiene mala pinta el principio del vídeo, estamos de suerte. Y se le oye, al poco de empezar la canción, pronunciar sangre de cristo como que dijese "sangrrre de crrrristo", que es algo que siempre anima y emociona.



   Ya ves, sonido de Texas pero pasado por el pasapuré de la "americana", que si eres alumno aplicado ya sabrás, que ya te he explicado que es como el country o cualquier otro folk oído con las gafas de oír pop. ¿Gafas de pasta? Así es la vida.



martes, 15 de enero de 2013

Naves que dan vueltas a un farol

   Ya ves, Luis. Nos hemos despedido hace apenas unas horas, que te ibas hasta el próximo año, y ya he vuelto a este refugio para días confusos y tristes.

   Y así, te escribo antes del fin del mundo del que el otro día, el año pasado, nos hablaban los R.E.M. Recuerda, recuerda, "pero a nosotros qué nos importa".


   El pasado y el futuro, apretando al presente, que ya no sabemos si está aquí ahora.

   Desconozco si la canción que te traigo es adecuada para empezar una nueva vida o al menos para estrenar un nuevo año. Pero no perderé mucho tiempo en sopesarlo, ya que solo estamos hablando de parvas conveniencias para poder funcionar más fácil.

   Ya tengo decidida la que será la felicitación de la Familia Hoyuelos para este 2013. Opto, como en la que enviamos desde la oficina, por la parte optimista del asunto. Ignoro si es la manera correcta de tomárselo. Ni idea. Pero no todo va a ser indignación y suicidios. Y como de la "parte oscura" sé un rato, te lo juro, prefiero poner sonrisa de idiota y seguir tirando para adelante. 

   Ya los habrás visto, nuestros buenos deseos, pero los incluyo aquí para que la posteridad los proteja del olvido. Ya que has de saber que, sin ni tu ni yo pretenderlo, este blog que es único en el mundo por ser usado por solo dos personas, trascenderá de su escondite y llegará a traspasar todas las fronteras. Imagínate.



      La canción hoy elegida también habla más de lo mismo. Qué pesado que me pongo. Necesito palabras cariñosas que me susurre al oído una niña llamada Porvenir. "Ya no hay más tiempo..." aseguran.

   Son los Prin La La que fabricó en su casa un travieso bufón llamado, curiosamente, Fernando Vacas. Lio a sus sobrinas cordobesas, Macarena, Isabel y Blanca, para sacarse de la chistera esta maravilla. Así les ponían en El País, por el 2007.

   "Ésta podría ser una explicación fantástica para mostrar en qué consiste este fantástico grupo. Pero necesitamos saber más: traducir una representación sonora en una representación verbal. Ya tenemos tres voces oscuramente angelicales, un demiurgo avezado en la experimentación musical y en la elaboración de melodías memorables. Hay que añadir un chelo, un violín, una viola, piano y órganos, una flauta, trompetas, guitarras, percusión, más voces hermosas y multitud de efectos sonoro-lúdicos (jarras de agua, cajas de música, cacharrería varia). Faltan las letras, auténticos poemas propios y ajenos escritos con la gracia de la lírica que se interesa por lo normal, cuando lo normal es estar tan en las nubes como en el suelo: "con mi encadenamiento a la tierra pago la libertad de mis ojos", en palabras del argentino Antonio Porchia. Pero seguro que se me escapa el ingrediente secreto de este destilado cuyo sabor oscila entre el clasicismo y la vanguardia, la infancia y la adultez".

   Allí es nada. No lo hubiera yo expresado mejor. Eso sí, no ha explicado que el nombre del grupo es el mismo del que tenía de nacimiento el perro imaginario de Leopoldo Panero.

   Así que, sin más dilación, con todos vosotros, PRIN LA LA.