lunes, 31 de agosto de 2015

   Son detalles nimios, que nada aportan, o solo confusión. El lugar del deceso, el modo en que el trance se había producido. Incluso las fotos colgadas de muro, donde se le ve de recién casado (joven, guapo, con las patillas que se llevaban entonces). O un poco después, con los hijos que ya habían nacido, a las orillas de un río. O ya más mayor, raído el abrigo y con barba de semanas. Y ese brillo vidrioso en los ojos turbios y en la punta de nariz. Y esa media sonrisa que no era de gozo sino de vergüenza. 

   Lo que de verdad importa es que, aunque fuese como era, el papá de la gitana, siempre le habían seguido queriendo. Y mucho. Porque cada uno es como es y eso es difícil de que no sea así.
   



viernes, 28 de agosto de 2015

   Daba gloria oír a la chica hablar de su padre. Con una sencillez que nadie hubiera predicho de haberla visto llegar tan doliente. Con una llaneza que hacía que se olvidase hasta de cuidar la dicción. 

   Ya que su padre, al poco de volver a casa con la intención de quedarse para siempre, enseguida se liaba a tortazos con la pobre mujer y como estaba tan bebido y se iba quedando en tan poca cosa, si mucho esfuerzo le empujaban hasta la calle o, por seguridad, hasta un par de calles más para allá. Y, se ve que avergonzado, se pasaba una temporada sin volver a aparecer. Incluso se enteraron de que  se había buscado un lugar para vivir, ni imaginarme quiero, en Cuevas de San Clemente.

   Da la casualidad, si estas existen, de que ese es el pueblo de origen de Pamela, con el que me juró que no guardaba ningún vínculo (o eso me lo imaginé yo, ya que, al parecer, tiene allí su padre un huerto que da tomates y tomatas, ambos de excelente calidad).

   Rompo la línea del tiempo y le pregunto a nuestra cantinera predilecta si se ha enterado de que hubiese ocurrido algún fallecimiento en dicha localidad, en los últimos días. Y como es tan buena y tiene tan poca malicia, me cuenta que sí. Y que cómo me había enterado  yo de ese vecino, que la había palmado en una mesa del bar. 






jueves, 27 de agosto de 2015

   Charo es más ducha en esta cuestión de los pésames. Sabe cómo capear esos temporales interiores, sin darse importancia. Le preguntó a la niña gitana qué tal estaba su madre.

   Hundida, claro. 

   Hundida aunque llevasen toda la vida separados sus padres. Pero cómo iba a estar sino hundida. 

   -¿Qué?, ¿que bebía tu padre?

   Y sí. Ese era el problema o simplemente la circunstancia. Que bebía a más no poder. Un beber rijoso, de manual. 



   Aun separados, volvía el padre una y otra vez. Y cada vez que aparecía era que se había insuflado los ánimos necesarios, así que llegaba con la gran curda. Jurando y perjurando, eso sí, que nunca más iba a recaer. Que era la última vez si le permitían quedarse y comenzar una nueva vida de esas felices o al menos, calmas. Porque pretensiones muy grandes no tenían ninguno de los progenitores. Solo que la existencia fuese transcurriendo sin excesivos sinsabores, sin demasiadas penurias.



miércoles, 26 de agosto de 2015

   Ya sabes cuán en serio se toma la gente romaní el tránsito de esta vida a la otra. Y si no solo tienes que pasarte por cualquier cementerio en cualquier época del año. Hemos tenido el muro del facebook atiborrado de llantos desgarrados, por decirlo de un modo breve. Hasta anteayer no la vimos para darle un abrazo y mostrarle nuestras condolencias. Se ve que era la primera vez que se acercaban al pueblo desde el fallecimiento porque pronto floreció un remolino de personas con nuestras mismas intenciones. 




   Ya al rato, cuando se deshizo el bullicio, se sentó la pareja en nuestra mesa. Terracita de la cantina del pueblo, con esos cálidos principios de noche tan inopinados que llevamos este verano. 

   Y claro, Mariajosé nos habló de su padre.








martes, 25 de agosto de 2015

   Te hablaba ayer de mis vecinos. Y te diré porqué.

   Se ha muerto el padre de la chica.

   La chica es un bellezón. Hasta hace poco tenía fea la dentadura pero se la ha arreglado y no se cansa de sonreír. Se nota que abandonó pronto el colegio y que eso le desazona pero se esfuerza en ser correcta. Es buena gente.

   Y se ha muerto su padre. 

   Yo me enteré por el facebook. Aparecían en su muro grandes lamentos, el alma desgarrada. 

   Hasta ayer no la habíamos visto para darle un sentido pésame.  








lunes, 24 de agosto de 2015

Bombadil


   Creo haberte hablado de mis nuevos vecinos. Relativamente nuevos, pues ya llevarán viviendo aquí más de un año. Quizá más de dos. Ya sabes que a veces el tiempo se ablanda y mide muy por encima. 

   Son una familia de gitana y moro, ambos aún muy jóvenes, con dos churumbeles de 8 y 5 añitos y ojos brillantes. Aunque a veces gaste la broma de la bomba que ha de surgir de mezclar semejantes genes, son los mejores vecinos que hemos tenido hasta ahora. Discretos, amables, condescendientes hasta con las ramas de la fotinia que no alcanzo a podar y que se meten casi por una de sus ventanas. 

   








jueves, 20 de agosto de 2015


   A estas alturas de la romería y el Marino nos viene ahora con que no va a contarnos mucho más. 

   Que sí, que se enamoraron. Que él sabía cómo o cuánto se había enamorado. Que podía imaginarse cómo y cuánto se había enamorado la chica de él. 

   Y que cuando eso ocurre llega la locura. Y la locura no cabe en los libros por más que aprietes, menos aún en esta desangelada bitácora de chichinabo. 







miércoles, 19 de agosto de 2015

Cachitos de hierro y cromo


   Se intercambiaban libros y discos, la muchacha parisién y el Marino. Y luego se llevaban frases de los libros subrayadas. Y canciones en el walkman (sí, y eso que tampoco ha pasado tantísimo tiempo). Y al poco, claro, se enamoraron.








martes, 18 de agosto de 2015

Niña


   Una madre y su hija bajaban hoy por las escaleras de la comisaría. La nena tendría apenas cinco años. Me he imaginado que vendrían de hacerle el carnet de identidad, por algún viaje próximo. La niña le ha dicho a la madre:

   -¿Te acuerdas cuando no sabía escribir?












lunes, 17 de agosto de 2015


   Y fue entonces cuando todo empezó a ir más fluido. No hacían falta citas ni invitaciones. Simplemente me dejaba caer por allí, por aquel piso de la calle Santuario. Y si se terciaba me quedaba un rato y si veía que no se iba a terciar, no era extravagante la excusa que usaba para irme yendo como de a pocos. Como que me iba sin darme cuenta de que me iba. 










jueves, 13 de agosto de 2015


       Existe, y muy extendida, la creencia de que llegada cierta edad nadie es capaz de establecer una nueva y verdadera amistad. No sé si esto mismo vale para el amor. Y por supuesto, desconozco cuál es esa edad.  







lunes, 10 de agosto de 2015

Michelle

   
Sí. El viernes se me escapó el nombre.

   Son importantes los nombres. No nos definen pero somos poco sin ellos. No por llamarse uno Jaime va a ser alto o vivir en Lavapiés. No por llamarse Andrea va a ser feliz o deslenguada. 

   Michelle. Por supuesto que no es su verdadero nombre. Es más que probable que antes de acabar con este cuento pase a llamarse de otra manera. 

   Pero Luis, es que necesitaba un nombre. Necesitaba poco más que un nombre.















   Escudriñando en esta bitácora, por si en algún lugar y en algún momento me había acordado del nombre de la chica de Salamanca, y aquí que lo había escrito, he sido consciente del tamaño desmesurado de este nuestro blog. Inabarcable, esperpéntico, elefantiásico. Tendría que estar prohibido por decreto ley, que creo que goza de mayor urgencia en su tramitación, y el autor condenado a una severa pena.









viernes, 7 de agosto de 2015

   Imaginaremos también que después de aquella  tarde de hospitalidad, parchís y galletas decidiésemos abandonar su casa y saliésemos a tomar algo. 

   No nos acompañó la charra, que era la más grandota. Exámenes cercanos y ahora creo recordar que estudiaba periodismo. ¿Qué  extraños mecanismos conformarán la memoria para que funcione de semejante manera?

   Bajamos, así pues, los cuatro por las escaleras que desembocaban en la calle Santuario, en pleno centro de mi triángulo de las Bermudas pucelano. 



   Y ocurrió que, aunque estábamos las tres chicas y yo, o incluso se nos añadiese algún otro conocido, de rato en rato, siempre se daba la circunstancia de que, al poco, nos encontrásemos Michelle y yo un poco apartados del grupo, bebiéndonos nuestras cervezas y hablando y hablando y hablando. De tanto hablar, comentamos la rareza de que se diese tan a menudo tal contingencia. Como que tuviera el azar poco que ver en su consecución. Y fuese más bien que sus compañeras de piso maquinasen tretas para que esta se produjera. Y esa consciencia, claro, hizo que algo allí empezase.   









jueves, 6 de agosto de 2015

   Y así me es difícil precisar cuándo fue nuestra segunda cita. Imaginaremos que las chicas le invitaron a tomar un café a su casa. Que llegó puntual. Que ellas estaban jugando al parchís y le ofrecieron que eligiese pareja. Que ganó la partida. Que quizá le dejaron ganar. Que toda la casa olía a café. A café y a la chicas. 











miércoles, 5 de agosto de 2015

   O quizá lo que pase es que no ocurrieran en aquel entonces acontecimientos reseñables. Y que, solo, todo fuese absorbido por la enorme fuerza de eso que llamamos pasión. 







    






martes, 4 de agosto de 2015


   Es complicada de entender la existencia. Sabemos que aquellos tiempos marcaron con trazos indelebles el resto de la vida del muchacho. Aún reconoce, hoy en día, en muchos de sus modos, su origen y la influencia de la que provienen. Pero le es imposible recordar datos concretos, fechas, el orden de las cosas.    







lunes, 3 de agosto de 2015

Retomando el pasado.

   Vuelve caminando a casa el Marino. Ya brilla el sol en lo alto. Ignoramos los pensamientos que se esconden en su mirada. Pero vemos que va sonriendo.