viernes, 28 de noviembre de 2014

Regreso al pasado


   Creo que fue Ortega el que dijo aquello de que todo esfuerzo inútil conduce a la melancolía. 

   Ayer te contaba de mis intenciones de realizar un retorno al pasado que cágate tú las prisas. Así como si nada. 

   Y de veras que lo intenté. Y estuvo bien, pero para un rato. Demasiado fuerte la experiencia.

   Ya que una vez que le has cogido el tranquillo al andar con el tiempo a vueltas, para delante y para detrás, te viene la memoria, de propina, con el cuento de que ha alcanzado la ubicuidad, lo que es ya la reoca. Te crees el arcángel San Gabriel. Pero notas tal presión interior, digamos que intercelular, que sí, lo disfrutas pero al poco que no puedes ya con ello. Por excesivo. 



   Así que la estrategia va a ser seguir como que no nos damos cuenta del embrollo. Como que el inocente Gulliver fuese el que nos vaya a contar todo esto.


   

jueves, 27 de noviembre de 2014

El laberinto



   Sin haberlo pretendido y (lo que es más importante) sin ser consciente de ello, Gulliver se había metido en un laberinto. En un laberinto invisible, además. Tremendo. Y ese desconocimiento le hizo pasarse cinco años en la puta inopia. 

   Solo ahora se me acaban de caer los palos del sombrajo. Y como consecuencia de ello se me ha quedado una cara de haba... Necesitaría otro montón de tiempo tan grande como el que nos ha costado llegar hasta aquí, hasta las puertas, para ir haciéndome a la idea. Rebobinar fuerte y revivir todo aquello desde esta nueva perspectiva. Quizá solo así...

   

miércoles, 26 de noviembre de 2014

   Oh, dios mío. Acabo de caer en la cuenta. Y casi y literalmente me da un mareo. Qué súbito, qué subidón.



   Luis, haz el favor, métete en un google maps y teclea "Valladolid". Al poner la "V" (fíjate), te salen como opciones Villariezo y Vizcaya. Añade rápido la "a". ¿"Valencia"? Como la máquina es tan relista, seguro que ha captado tu geosituación y te propone ya el lugar deseado. No lo pienses más y dale a la lupita. Y luego, si eso, ya me cuentas. 









martes, 25 de noviembre de 2014

   No estoy seguro pero sospecho que no haberme comprado un plano al poco de llegar a aquella ciudad tiene mucho que ver con todo lo que allí me sucedió. 

   Arengo a la memoria y, chico, nada, no sé llegar de un sitio a otro. 

   Y lo que es más grave es que visito una de esas páginas en las que te aproximas a la altura de puerta de las casas, ves los letreros de las tiendas. Y tampoco nada.

   Recuerdo lugares concretos. Situaciones. Miles de ellas. Pero no sé llegar desde un lugar hasta otro. 

   Paseo por la ciudad a vista de pájaro, en otra de esas páginas que nos regala la red amiga (güegüegüé). Ah, los mapas. Pero tampoco nada. Es difícil de creer que me pasé allí cinco años. Sobre todo es complicado de creerlo para mí. 

















lunes, 24 de noviembre de 2014




   Cuanto mejor crees conocerte, mayores  y más profundas se hacen las lagunas de  tu ignorancia. Quizá sea por ello que nuestro Marino se va volviendo a cada poco más loquito. No hay quien le siga. Lo mismo te dicen que creyeron verle paseando por el Puente de Hierro que cantado "bluses" en el Mercado del Val, a las imponentes puertas de la Iglesia de San Benito el Real, a la hora del ángelus.

   [¿Será posible? Ayer alguien sin malas intenciones me hizo creer que el Mercado del Val se llamaba de San Miguel y la iglesia era la de San Nicolas. Y lo peor es que me lo creí sin discutirlo.]

   También ha sido visto bien entrada la noche con aspecto de que ni él mismo supiera muy bien dónde se hallaba. 

   Y todo eso, estoy seguro, por no comprarse un plano de la ciudad.



   






martes, 11 de noviembre de 2014

Convencimiento


   A Valladolid llegué con lo puesto. Albergaba en mis adentros, eso sí, la convicción de que atracaba en una ciudad conocida, habida cuenta de las numerosas ocasiones en que las habíamos aparecido por allí, de visita. Ese convencimiento, a la postre, resultó ser falso como la falsa moneda. Y me llevó a cometer un error de bulto cuyas consecuencias no terminé de pagar nunca.

   Sí. Esta vez opté por no comprarme un plano de la ciudad. 













viernes, 7 de noviembre de 2014

Juré, lo que nunca hago.

   Juré, lo que nunca hago, que llegaríamos a Valladolid. Y aquí estamos. Otra vez. 



   Sabes, Luis, que esta es la última etapa del viaje. Y que quizá por eso me ha costado tanto llegar a ella. Lo mismo no hay ningún secreto encendido en algún rincón de esta ciudad, ningún misterio que me termine abrasando. Igual todo ha sido una farsa para ir alejando aunque fuese a empellones el que sabemos que será el final.  

   Porque sí, este arrastrarse del Gulliver de los últimos tiempos ha sido a costa, casi siempre, de retorcer tanto las palabras y ver que allí salía más bien poco zumo. Penoso. Incluso tú, que me tratas con excesivo mimo, has dejado caer alguna vez que ya iba siendo hora de ir parando. De que ya valía con la burra a brincos.

   Así que aquí estamos, en el, por así decirlo, último capítulo de pedazo novelón en que se terminó convirtiendo esto. 

   Por que no se quede nuestro héroe en el aire ( ridículo, despatarrado) te contaré sus últimas fechorías en aquella ciudad y dejaré que sea él el que, quitándose donoso el sombrero, ponga punto final a la función.






jueves, 6 de noviembre de 2014

Por otro lado


   Sí. Sí. Que ya lo sabemos. Por el otro lado también llegó Gulliver a aquella ciudad, terminó llegando, pero dando vueltas y más vueltas. Más vueltas que Torombolo dio. 

   Mejor dicho, más que dar vueltas iba cogiendo impulso cada vez. Como en las carreras que echábamos cuando éramos niños. A la de una, a la de dos y... 

   Y vuelta a empezar,  que parecía que nunca abandonaríamos las tierras segovianas.

   Pero por fin, sí, eso ya lo sabemos, llegó. Se aclimató como pudo a un lugar de trabajo del que, pasados un par de años, pensaría que era el mejor que había tenido. Siempre le pasaba igual con los trabajos en los que estaba, que el último era el mejor. 

   ¿Y a la ciudad?, ¿se aclimató? No podría decirse que ese fuese el verbo más apropiado para definir su aterrizaje en ese lugar, como en breve podemos ver. 

   Pero, antes de todo ello, deberíamos cerrar ya de una vez por todas el tremendo bucle en el que llevamos flotando meses. La cuestión es indagar en qué momento se encontraron los dos Gulliveres al llegar a mismo sitio pero por diferentes caminos. De eso, quizás, nos enteremos uno de estos días.




miércoles, 5 de noviembre de 2014

   Como todo el mundo sabe, a cualquier sitio puede llegarse por al menos dos caminos. Y no otra cosa ha hecho Gulliver. 




   Por un lado... (hay que acordarse, que tampoco fue hace tanto)...

   ...salió a oscuras a la cubierta del Proud Mary. Ya ni recuerda (claro) cuál era el problema ni la solución adoptada. Aún falta un trecho para que el gallo despierte pero hacia Levante se deslava el negro del cielo, que empieza a derretirse, o eso adivina el ojo expectante y avizor. Con el velero anclado al fondo (quieto, quieto), la imaginaria baja la guardia por efecto de los días de nula travesía (ay, la molicie del ocio) y del alcohol trasegado tras la cena. El corazón palpitante del recién levantado. Presto, muy presto el Marino, alerta. 

   Lanza al agua el botecito que suelen usar para acercarse a tierra cuando menguan las provisiones. En pequeño chapuzón le parece un estruendo. Nada, todo duerme. A suave golpe de remo, apenas hincando las palas en la espesa inmensidad del agua, silencioso, de espaldas a esa tierra firme que en breve alcanzará.

 Eso por un lado.



martes, 4 de noviembre de 2014

Otra vez


  Ya estamos otra vez con la burra a brincos.

   Pero qué diablos habrán anidado en los entresijos sinápticos para que el chaval rehuya el encuentro con aquel pasado como si por allí anduviesen sueltas las siete pestes.   

   Y el muchacho le da vueltas y más vueltas y no logra entender de qué puede tratarse. Y eso al muchacho le da más miedo. 

   Por lo que (es lo más probable) volverá a enzarzarse en mil patochadas, que ni a cuento viene ni tienen gracia, con tal de...

   Pero todo esto, Luis, ¿no te lo he contado ya otras veces?







lunes, 3 de noviembre de 2014

Vendo vendo

· Dos cuerdas de guitarra (LA-A 5éme Nº 525 R y MI-E 6éme Nº 526 R, respectivamente) fabricadas en Francia.

· Un fijador de carboncillo en buen uso.

· Tres bombonas de gas para mecheros, con la carga casi intacta. Sí, tres. 

· Un pedrusco extraído del Muro de Berlín de 836 gramos. Fiabilidad de origen media.

· La colección entera del Reader's Digest en portugués. 1971 - 1998.  Bueno, casi entera.

· Un calendario de vacunación (sin estrenar)

· Tres fichas rojas del parchís, con su cubilete.

· Un mapa de la Comunidad de La Rioja (enmarcado).

· Una báscula de cocina de gran precisión. A ver si no cómo te crees que he pesado el pedrusco berlinés.

· Un llavero convertidor de pesetas a euros y viceversa.