jueves, 27 de noviembre de 2014

El laberinto



   Sin haberlo pretendido y (lo que es más importante) sin ser consciente de ello, Gulliver se había metido en un laberinto. En un laberinto invisible, además. Tremendo. Y ese desconocimiento le hizo pasarse cinco años en la puta inopia. 

   Solo ahora se me acaban de caer los palos del sombrajo. Y como consecuencia de ello se me ha quedado una cara de haba... Necesitaría otro montón de tiempo tan grande como el que nos ha costado llegar hasta aquí, hasta las puertas, para ir haciéndome a la idea. Rebobinar fuerte y revivir todo aquello desde esta nueva perspectiva. Quizá solo así...

   

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