jueves, 1 de noviembre de 2012

Spasticus Autisticus

   Joer, macho. Esta te la tenía guardada para dentro de unos días, en mi plan preconcebido para que termines cambiando (algún ratico) RadioClásica por el Ipod. Pero corro a embarcarla en la nao de Gulliver (tarea para hoy: ¿cómo coño se llamaba el barco de nuestro héroe?).
   Es lo menos parecido que he encontrado a la, sí, lo reconozco, minimalista, I'm piano (ver entrada del 29 de octubre) que tan poco te gustó. Ya vas a ver, aquí nada de teclas ni violines. Puritito rock&roll. Y uno de los primeros discos que me compré. En la tienda que tenía Jose María Rey en la calle Hospital Militar, cerca de la Plaza Vega. A la tienda había que entrar agachado porque no existían  en aquel entonces cédulas de habitabilidad ni licencias de ocupación. Tendría como 20 metros cuadrados repletos de tesoros. Chema Rey es el que ha tenido durante muchos años un programa musical en Radio3 (a la sombra, o mejor dicho, a los pechos de Diego Manrique). Pero por aquel entonces vivía de lo que vendía en la tienda y de los bolos que daba como componente del grupo burgales más "modelno" de la época. Joer, macho, no me acuerdo de cómo se llamaba el grupo. Aunque la mayor aportación de Chema a los dominios de Euterpe fue tocar el bajo saltando sobre un cojín grande (casi un cojón) que a tal fin ponía sobre el escenario. Era amigo de mis hermanos mayores. Pero Bego no le perdonaba que te hiciera quitar los zapatos para entrar en su casa. Nada que ver con arraigados ritos islámicos. Es que se le rayaba el parqué, al rockero.

   Eso sí, hay que reconocer, en buena ley, que el disco me lo recomendó él. Y hay que tener en cuenta también que entonces un disco era un disco. Lo exprimías hasta dejarle sin secretos y el jodido aún escondía alguno para la próxima ocasión. Como muestra te incluyo aquí la contraportada y la portada y ruego que te imagines cómo me sentía yo a los catorce ante esa mirada.

   No hacían falta, en aquel 77, ni campañas de concienciación ni correcciones políticas ni demás mandangas, pero si alguna prevención o reparo (nunca rechazo, eso te lo aseguro) tenía yo hacia los minusválidos o discapacitados o como coño se les llame ahora, el bueno y jodido poliomelítico de Ian Dury me la arrancó de cuajo. Le sacaban dos pipas a la sillita de la reina a cantar, en angarillas. Se agarraba fuerte al pie del micrófono y hacía cosas como estas.

 
Spasticus  Autisticus

   Y cuando se caía al suelo, bien por su condición física bien por lo atufado que iba de polisustancias, pues le levantaban sin grandes miramientos, y él se agarraba al micro y seguía berreando.

   Era la New Wave anglosajona y Ian se declinaba por la parte más funky del asunto. Pero la afilaba con una o dos medidas de punk, volvía a mirar a las raíces y le metía swing a toda la bola. ¡Y qué bola! 

¿Chalot y el chico?
   Hay discos que llamamos conceptuales, bien porque tengan una guía joven y resuelta que ponga en fila a todas las canciones detrás de una idea común, más o menos elevada, bien porque todo en ellos hablaba de una manera de tomarse la vida. Este New Boots and Panties!! lo era. Hacía años que no lo escuchaba entero y sigo pensando que es un disco sin excipiente, sin nada de relleno. Lo mismo dispara hacia el primer rock&roll (como en ese maravilloso homenaje que es Sweet Gene Vicent  y que te ruego encarecidamente que escuches en esta versión en directo con nada menos que Mick Jones, el de The Clash) que se decanta por una balada de amor espástica y autística como Wake and make love with me.

   Y por si me quedaba algo por decir y encima te has quedado con ganas de más, yo no sé si él fue el inventor de la proclama pero, eso sí, la cantó como nadie. Sex & drugs & rock & roll.

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