En uno de aquellos paseos matinales por Sevares (que así se llamaba la aldea), en concreto en uno por su parte alta, encontré un bar que no conocía. Como el tiempo lo permitía, me saqué la consumición a la calle y fui a sentarme a una placita cercana; mínima y circular. Allí a la sombra vi a una mujer trajinando en el jardín de su casa. Medio jardín medio huerto, mejor diría. Estaba podando los rosales. Como por aquí tendemos más a realizar esa labor pasado el invierno y estábamos en septiembre, me acerqué a la mujer y le pregunté. No eran allí tan duras las heladas, me respondió y quedé convencido. Cuando ya me dirigía al Pongallín a buscar a la tropa, la señora me llamó desde lejos. Me traía una maceta con tierra fresca y cuatro de los esquejes que habían resultado de la poda en ella clavados.
jueves, 23 de julio de 2015
En uno de aquellos paseos matinales por Sevares (que así se llamaba la aldea), en concreto en uno por su parte alta, encontré un bar que no conocía. Como el tiempo lo permitía, me saqué la consumición a la calle y fui a sentarme a una placita cercana; mínima y circular. Allí a la sombra vi a una mujer trajinando en el jardín de su casa. Medio jardín medio huerto, mejor diría. Estaba podando los rosales. Como por aquí tendemos más a realizar esa labor pasado el invierno y estábamos en septiembre, me acerqué a la mujer y le pregunté. No eran allí tan duras las heladas, me respondió y quedé convencido. Cuando ya me dirigía al Pongallín a buscar a la tropa, la señora me llamó desde lejos. Me traía una maceta con tierra fresca y cuatro de los esquejes que habían resultado de la poda en ella clavados.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario