Por selección natural, tienen más probabilidades de procrearse los más fuertes, los más bellos. Los mejores.
Llevado esto al terreno de lo concreto, de lo mundano, debía de ser cierto que estaba yo bastante ridículo con tanta ropa encima. Daba sensación de debilidad, de estar enfermo. Y era, por lo tanto, menos atractivo a los ojos de todos. Cuando eso pasa, lo mejor es irte para casa y sin que se te ocurra pensar por el camino en la vejez.
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