jueves, 3 de septiembre de 2015

    Ya se sabe que son inescrutables los caminos del Señor. Solo así se explica que el equipo de básquet en el que jugaba su hija llegase a la final provincial. Ya que malas eran un montón. 



   Corrieron los días como suelen correr últimamente, que se las pelan. Pero no por ello abandonó el hecho su lugar en la cabecera de todas las conversaciones. A la comida, a la cena, en cualquier momento la hazaña conseguida percutía sus oídos. Y siguieron corriendo los días. 

   Y llegó, claro, el momento. Así que, repletas de humildad pero también de ilusión, las muchachas se dispusieron a acometer ese último partido. 

   Las contrincantes, obvio es decirlo, las Concepcionistas de Miranda. 

   Parece copiado de una película pero sí, ganaron en el último aliento, con un incierto tiro de su retoño, que entró después de rebotar, el pesado, media docena de veces en el aro.  






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