Se le iba el hilo conductor, con aquel andar entrelazados, que nada tenía que ver con sus cuerpos, ese entrelazarse, o no al menos en esas ocasiones, aunque sí que tenía que ver con su cuerpos y con las distancias entre sus cuerpos. Y es que la muchacha iba y venía, se alejaba un par de pasos, le miraba desde otro ángulo, le miraba con esos ojos de mucho fijarse en lo que el marino iba contando, por más que el marino no iba sino contando memeces, azuzado por esos ojos que le miraban ahora el cogote, pero esta vez desde muy cerca, lo suficiente para que oyese a la muchacha aspirar tan profunda y nasalmente como para dejarle sin olor.
martes, 13 de octubre de 2015
Se le iba el hilo conductor, con aquel andar entrelazados, que nada tenía que ver con sus cuerpos, ese entrelazarse, o no al menos en esas ocasiones, aunque sí que tenía que ver con su cuerpos y con las distancias entre sus cuerpos. Y es que la muchacha iba y venía, se alejaba un par de pasos, le miraba desde otro ángulo, le miraba con esos ojos de mucho fijarse en lo que el marino iba contando, por más que el marino no iba sino contando memeces, azuzado por esos ojos que le miraban ahora el cogote, pero esta vez desde muy cerca, lo suficiente para que oyese a la muchacha aspirar tan profunda y nasalmente como para dejarle sin olor.
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