Y luego estaban Coco y Arturo, pasando momentos de lo más trascendentes para sus vidas, pues andaban siempre a punto de matarse. Coco preparaba su tesis sobre Juan Ramón Jiménez. Se había traído material de sobra de su viaje a Puerto Rico pero a todo aquello había que darle forma. Lo que requería una concentración de lechuza en un ambiente relajado. Algo que, francamente, era complicado con alguien como su novio al lado. Ya que Arturo, a su vez, estaba preparándose oposiciones para algo dificilísimo, ya no sé si era inspección de trabajo, judicaturas o vete a saber. Y allí estaban los dos juntos, en su habitación, codo con codo, sentados en una mesa larga en frente del ventanal que daba a la calle. Coco peleándose con el ordenador que nunca le hacía caso y Arturo...
jueves, 11 de diciembre de 2014
Aguanté solo unos meses en aquel piso compartido de la calle Bautismo. Piso de mierda, por otra parte. Las mellizas (la mayor y la menor) no daban para nada que se pudiese llamar convivencia. Luctuosas sombras atravesando la nada. No guardo ningún recuerdo de sus caras. Por no guardarles, ni rencor. De vez en cuando aparecía un sargento por allí, igual de trasparente que ellas. Debía de ser novio de la mayor.
Y luego estaban Coco y Arturo, pasando momentos de lo más trascendentes para sus vidas, pues andaban siempre a punto de matarse. Coco preparaba su tesis sobre Juan Ramón Jiménez. Se había traído material de sobra de su viaje a Puerto Rico pero a todo aquello había que darle forma. Lo que requería una concentración de lechuza en un ambiente relajado. Algo que, francamente, era complicado con alguien como su novio al lado. Ya que Arturo, a su vez, estaba preparándose oposiciones para algo dificilísimo, ya no sé si era inspección de trabajo, judicaturas o vete a saber. Y allí estaban los dos juntos, en su habitación, codo con codo, sentados en una mesa larga en frente del ventanal que daba a la calle. Coco peleándose con el ordenador que nunca le hacía caso y Arturo...
Y luego estaban Coco y Arturo, pasando momentos de lo más trascendentes para sus vidas, pues andaban siempre a punto de matarse. Coco preparaba su tesis sobre Juan Ramón Jiménez. Se había traído material de sobra de su viaje a Puerto Rico pero a todo aquello había que darle forma. Lo que requería una concentración de lechuza en un ambiente relajado. Algo que, francamente, era complicado con alguien como su novio al lado. Ya que Arturo, a su vez, estaba preparándose oposiciones para algo dificilísimo, ya no sé si era inspección de trabajo, judicaturas o vete a saber. Y allí estaban los dos juntos, en su habitación, codo con codo, sentados en una mesa larga en frente del ventanal que daba a la calle. Coco peleándose con el ordenador que nunca le hacía caso y Arturo...
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