En un bar de Valladolid llamado La Luna se habían citado un serie de personas, una noche, hace años. Ellos eran dos y los conocemos ya de sobra. De las muchachas tenemos una primera visión, muy panorámica. Y no de todas. Por el azar o a propio intento, una se nos escapó del marco y solo ahora la volvemos a ver. Es la más baja, lleva unas gafas de pasta, coquetas, y nos enseña generosa una dentadura potente. Se llama M.
jueves, 18 de junio de 2015
Todos Gulliver
Ya lo dice la canción. Que a este matadero no hemos venido a mirar. Así que, una vez igualados todos los personajes a las condiciones de Gulliver, a sus características y a su tamaño, a su modo de pensar, sobre todo a su tamaño, podemos enfilar la senda, hacia el final.
En un bar de Valladolid llamado La Luna se habían citado un serie de personas, una noche, hace años. Ellos eran dos y los conocemos ya de sobra. De las muchachas tenemos una primera visión, muy panorámica. Y no de todas. Por el azar o a propio intento, una se nos escapó del marco y solo ahora la volvemos a ver. Es la más baja, lleva unas gafas de pasta, coquetas, y nos enseña generosa una dentadura potente. Se llama M.
En un bar de Valladolid llamado La Luna se habían citado un serie de personas, una noche, hace años. Ellos eran dos y los conocemos ya de sobra. De las muchachas tenemos una primera visión, muy panorámica. Y no de todas. Por el azar o a propio intento, una se nos escapó del marco y solo ahora la volvemos a ver. Es la más baja, lleva unas gafas de pasta, coquetas, y nos enseña generosa una dentadura potente. Se llama M.
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