lunes, 15 de junio de 2015

Un suspiro acompasado


   Sí. Ya vale de la broma, que la paciencia tiene un límite y la gracia de los chistes va decayendo con el mero paso del tiempo. Con lo que este que no es más que un chascarrillo hace ya mucho que habrá pasado a la parte negativa del asunto, a esa línea roja que en vez de gracia da grima. 

   A más, a más, últimamente se me ocurren otros proyectos, qué digo, oligoproyectos, pero que son incompatibles con esto, por la sencilla razón de que veinticuatro horas son las que tiene el día, impepinablemente.

  Y otra vez se me aparece en sueños el toro al que agarrar por sus armas. Y se me ha roto la funda de un diente y no tengo perras para subsanarlo ahora mismo y parezco una oveja desdentada, y otra vez tendré que reírme con el labio caído.

   Y estoy cansado de subir y bajar del hospital y de que Charo se pase la vida allí. Nada más de pensarlo agota. 

   Menos mal que la Pollo se lo ha olido y ha huido al Parral. 

   Y aún así me veo con fuerzas y optimismo para, sí, ya, empezar el último capítulo de nuestro Gulliver. Terminar en el lugar donde acaban todos los caminos.











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