Y así siguió el muchacho muchos días. Aunque no te lo creas. Hasta que lo tuvimos que ingresar un tiempito. Por su salud.
Cuando estuvo recobrado, aun en la puerta del sanatorio, nos reconoció la conveniencia de su internamiento. Pero que ya sabíamos cómo se ponía cuando quería explicar una cosa y no terminaba de explicarla.
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