miércoles, 13 de mayo de 2015

Ecos en la mar salada



   Y ahora va y resulta que, cuando parecía que los pasos estaban encaminados, la inercia solventada, incluso las ganas, ay, las ganas, ahora va y resulta que ha escuchado, el Marino, ecos de la mar salada. De puerto le llegan barruntos. No. Guerra no hay pero pudiese su tropa andar en peligro. 

   Olisquea los vientos, Gulliver, como un lobo feroz, como un lobo temeroso. Ay, que pena los lobos. Duda. Se inquieta. Recorre los largos del lugar en el que no recuerda estar. Otra vez hinca la nariz en el aire. No discierne los signos, no son nítidos los augures. Rebufa con fuerza. Gruñe para sus adentros. Extravía la mirada como un niño enfermo, febril. Dos aves carroñeras alargan su cielo. Otra vez olfatea los vientos pero no son mayores las pesquisas.

   Hay que joderse, Luis. Así es que no vamos a llegar nunca.








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