martes, 12 de mayo de 2015


   Tenía razón el inmenso Luis. Le había querido tangar el Marino. Él contaba con los dedos. Se tocaba primero el pulgar. Luego el índice. Y pasaba así al de en medio, también llamado corazón. Y allí se le acababa la cuenta. Y el título de la entrada anunciaba otra cosa. 

   Luego le vino el Marino con historias y acertijos. La verdad es que se le estaba acabando la paciencia. 









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