Tenía razón el inmenso Luis. Le había querido tangar el Marino. Él contaba con los dedos. Se tocaba primero el pulgar. Luego el índice. Y pasaba así al de en medio, también llamado corazón. Y allí se le acababa la cuenta. Y el título de la entrada anunciaba otra cosa.
Luego le vino el Marino con historias y acertijos. La verdad es que se le estaba acabando la paciencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario