Nos vamos hoy al sur del sur, donde dicen los que saben que empezó todo. Y un poco después, también fue allí que empezó la música.
Los nombres de los países africanos tienen una bendita sonoridad. Senegal. Congo. Egipto. Tanzania. Somalia. Chad. Botsuana. Liberia.
Sobrevolamos esas tierras en el barco sin nombre de Gulliver. Por las eternas sabanas de las jirafas y los elefantes, por los desiertos de las ratas y los duros insectos, en la lasciva selva de los monos. Ya sabes que allí el rey es el león.
En la música africana el rey es Fela Kuti pero no es a él a quien te traigo hoy. Me parece más apropiada para este día de puente la cálida, luminosa y espiritual música de Ismaël Lo. Porque has de saber que los espíritus que no existen también nacieron allí. Hay infinidad y habitan en los troncos de los árboles. Pero sólo siete tienen nombre. Obatalá, Yemaya, Ochún, Changó, Elegguá, Ogún, y Oya. Son orishas y potencias y sus mañas no solo reciben culto en Nigeria (el negro país) sino que su fuerza tremenda se ha extendido por todo el mundo. Los puedes percibir si escuchas la radio en New Orleans o si paseas por la Muralla China. También dicen haberlos notado en Chamberí.
Querido jefe. Hoy que la actividad de nuestras redes será menor, quizá puedas escucharlos también y sin las malditas interrupciones, intolerables, en ese tu cubículo.
Tajabone es una fiesta tranquila que celebran en Senegal cuando acaba el ramadán.
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