viernes, 14 de diciembre de 2012

Zaz

   ¿Una canción?, ¿un juego?

   Este de hoy es un tema que me llegó hace poco, de una amiga que juega a tomarse la vida como un juego. Yo le digo que así no se vale, que el negativo de su negativo puede terminar yéndole pésimo, que los espejos enfrentados te devuelven la más cruda realidad. Pero ella sigue jugando a jugar y cuando la realidad la atiza en las narices no veas cómo reacciona de horrible. Pero no espabila, en eso debe de consistir la naturaleza humana.

   Bien es cierto que, a la chita jugando, ya casi tiene terminada una casa de pacas de paja. El aspecto de la casa no tiene nada que ver con la del cerdito que derribó de un soplido el malvado lobo. Lo que no sé es qué tal aguantará el fuego que esperemos que nunca llegue. Como mi amiga es ingeniera, también tiene eso calculado. Es una de las características de jugar a jugar, que todo se llena de reglas y se pierde un montón de frescura.

   Aunque también es cierto que jugando a la chita jugando ya tiene medio criado a Martín, un mozalbete recio como su padre, que murió sin contar él un año. Así que juega que te juega, lo ha criado ella solita. Lo que no le perdonaré nunca a mi amiga es que, en otro de sus jueguecitos, me robase el nombre que tenía yo guardado para el entonces posible hermano de la pollo Lucía. Ya ves cómo son mis rencores de locos.

   Zaz es, además del nombre de este perroflaútico grupo, una palabra que se mira en el espejo.  


  




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