Tiene ventajas, el Gulliver. Y una de las no menores es que andas al acecho, vuelves a pasar el dedo por los lomos de los elepés casi olvidados. Y así encuentras discos antiguos que, con placer, vuelves a oír. No me imagino si este viaje no existiera reescuchando canciones con cierta añoranza. Incluso igual hasta rejuvenece.
La más sencilla definición, que peca sin duda también de simplista, de "clásico" dice que es algo a lo que no le cae mal el paso del tiempo.Si nos atenemos a la estética, El Zurdo, cerebro nada a la sombra de la movida ochentera está más pasado que la Chongui. Pero... ¿y su música? Seguro que tampoco se verá incluida en los dorados anales de la Historia.
Aunque, a mí, hoy, que estoy un poco rebosando nostalgia (¡ah, lo que llegan a conseguir sin quererlo las hermanas menores!) tampoco me huele demasiado a naftalina.
Vuela bajo hoy Gulliver. Será por la niebla que nos traerá la nieve en cuarenta días. Será porque Nines se marchó a su casa, en busca de la vida normal, y hubo que llenar su nevera y reponer fármacos. Será que su partida me ha llenado la cabeza de demasiadas cosas (la fragilidad, la soledad, el dolor, el no ser uno, como a veces iluso se cree, un dios menor con varita de hacer chas...)
Para días así, Gulliver se vuelve tramposo y recurre a ciertas estratagemas que, al ser él el amo de las reglas, se permite realizar.
En la época en las que escuchaba estas canciones (de Roxy Music o de LaMode, tanto da), me imagino que aún arrebatado con la lectura de algún libro de Lewis Carroll, Gulliver escribió esta chorrada.
"Horgusía la batanara, revitando los naidos.
-
Pero, Arfín, ¿sulaste tus ruedos?
-
No, Manara, los sularé hoy.
Manara
era gabote y no remitaba las cuitas de Arfín. Arfín le feraba, eso sí. Siempre
se cintaban por la baila y endisaban una cibila, o dos.
Por
eso, los ruedos musían sin sular y Manara galaba de antroños.
-
Arfín, ¿los sulaste?
-
No, Manara, los sularé hoy.
Y
la batanara horgusía con los naidos revitados y a Manara los dolindos y los
limandros le pamían como daramotes moseños. Era galote, Manara. Antes de basir
las modillas de su garena, se pertacó y nunca volvió a guser. Arfín lo carató y
no dejó de vialar:
-
Manara basió las modillas.
-
¿Qué modillas?- asqueraban las desellas del vablo.
-
Las de su garena.
Y
todos rejeaban y rejeaban al setarle correlar. hasta que atisaron que Manara ya
no gusía y que impraba cartoso y fimbrón y no rejearon. Arfín tampoco nociaba
más. Ya no endisaban cibillas y poco a poco se fue camartando.
Un
buen día, Manara se funiló. Arfín ya estaba aguerado y no lo denteó, pero todas
las cambas sulaba sus ruedos no sin un poco de lacidud".
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