lunes, 2 de septiembre de 2013

El largo final de Enrique IV


   Jo. Si parece el título de una película de esas con actores ingleses y óscar de la Academia fijo al mejor vestuario. O, según está la tele, una precuela de una serie que deben de echar en La Uno.  Daría su juego el reyezuelo a los guionistas. Con esa virilidad tan discutida y esa sucesión tan complicada pero, visto con la debida distancia, de consecuencias tan determinantes para todos nosotros. 



   Lejos están las intenciones de Gulliver de arrumbar hacia los agitados mares del relato histórico, por más que tan en boga esté en la actualidad. Lo nuestro es más de pueblo llano, no las camisas de once varas.  

   Así que sí, te contaré hoy de mi viaje de ida a Valladolid que, por supuesto, conllevó su despedida segoviana. 

   Ya por fin salió el concurso, luego de cinco años de que lo ejecutase un programa informático de la rehostia, que les había costado 40 millones de pesetas. Administración de mierda. Y claro, de aquellos barros vienen estos lodos. 

   Resumiendo, volvíamos Cuchi y yo de nuestra última comida o algo por el estilo. Tenía la maleta preparada y me piraba esa misma tarde para mi nuevo destino. Jo, mi nuevo destino. Nos hacíamos los últimos arrumacos en el ascensor cuando oímos como un tumulto. Al abrirse las puertas nos recibieron un numeroso grupo de vecinos hablando todos a la vez. Era harto improbable que hubiesen sido allí convocados para festejar mi marcha, por lo que arrastré a Cuchi para dentro, corté la general del agua y salí a comunicárselo a la concurrencia. No llegó así la paz ya que todos me empujaban hacía El Mecánico, que así llamábamos a nuestro vecino de abajo y cuyo rostro había demudado hasta encontrase cerca del desmayo. A falta de palabras, tiraba de mi manga hacia las escaleras. Lo más educadamente que la situación permitía, le hice saber que ya había visto en mi vida más de una gotera por lo que era muy improbable que la suya me causase alguna impresión. 


   Estaba yo aquella vez equivocado pero, para que te hagas una mejor idea, quiero antes contarte un par de pinceladas de la breve y aturullada relación con nuestro vecino de abajo, El Mecánico. Será mañana, que ando ahora un poco alborotado. 





  








No hay comentarios:

Publicar un comentario