Si nuestro Capitán nos ha dejado allí tirados ha debido de ser por creer que era la única solución al impasse en el que andábamos atados. Seguro que ha pensado que quizás si fuese solo podría acceder por cualquier rendija a la fortaleza y ya luego improvisar. Debía de estar desesperado el Capitán, pues no suele actuar nunca de semejante modo.
Las caras de los compañeros están circunspectas. Hay mucho abrir y cerrar de ojos. Seriedad y asombro. Incredulidad. Preocupación.
Advirtiendo en primer lugar de las escasas probabilidades de éxito de su propuesta, el cocinero Andrew ha hablado. Como muchos de los que han aprendido nuestro idioma en la madurez, gusta de adornar su parlamento con refranes y juegos de palabras. Y así, se temía que fueran a alegarle que no hay peor cuña que la del mismo tronco y que no hay buenas segundas partes pero la única "posibilidade" de éxito pasaba por copiar fielmente el ardid de nuestro patrón, paso por paso. Y así, lo primero a tenerse en cuenta era que fuese solo uno el que iniciase la búsqueda del Capitán y su posterior regreso, ya fuese esto por las buenas o por las malas.
Atendía yo atentamente las palabras del cocinero así que casi ni me he percatado de que, cuando este abría periodo de votación para elegir al compañero que debía partir, todos me han mirado. Sí, parece que seré yo el designado que tenga que volver con Gulliver a cuestas, para que pueda acabarse, ya de una vez por todas, esta ya tan eterna historia.
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