lunes, 21 de julio de 2014

Gulliver desaparece


   Qué demontris de Capitán. Amparado por las sombras de la noche y aprovechándose de nuestra profunda modorra de orujos, ha desaparecido del barco.

   La primera en darse cuenta ha sido el hada de las fotocopias, que se ha acercado de buena mañana, como a veces hace, a pedirle un pucho de esos que fuma Gulliver, rubios a más no poder, perfumados como una azucena. Y al entrar en el camarote se ha encontrado con el catre sin deshacer, visión inusitada por ser el Capitán del gusto de echarse en cualquier momento en la piltra deshecha, para pensar y repensar. Solo cuando las sábanas están mugrientas (lo que donde más se nota es en una parte de la funda de la almohada) baja al almacenillo, coge lencería recién lavada (una funda, claro, así como una bajera y una frazada) y se hace la cama con primor de franciscano. Ello ocurre, aprox., una vez al mes. Y nunca faltan las puyas de la marinería por tan delicadas y finas costumbres. 







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