martes, 9 de septiembre de 2014



   Al final del libro de instrucciones de cómo manejarse en un campamento de verano venía una especie de recetario, unas pocas hojas con supuestos prácticos quizá no muy probables pero de algún modo posibles, y que servirían, dado el caso, de guía o al menos de modelo inspirador de soluciones rápidas contra los contratiempos. Muchas tenían que ver con accidentes o enfermedades, manualito de primeros auxilios, pero las había francamente curiosas, dados los tiempos que corrían. Se hablaba hasta de una insurrección general de los muchachos, algo impensable ni en el más estrambótico de los sueños, tal era nuestra mansedumbre. 

   O de hasta dónde permitir el acercamiento en la fiesta de hermanamiento con las chicas del campamento de al lado. Ya te digo, impensable. 

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