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Gulliver sigue perdido en la ciudad innombrable.
Ya que el indio rastreador que en su busca mandaron, como buen andino, tiene un concepto diferente de la palabra tiempo y se anda comiendo un helado y pensando en sandeces.
En el barco esperan noticias.
En estas, se le mueren a un amigo del narrador sus dos padres en breve lapso de tiempo. Eso hace bullir en la mente del relator un puñado de pensamientos y en su estómago un montón de emociones.
Que intenta explicar pero no sabe hacerlo.
También nos falta de contar (hemos de reconocerlo) la segunda lección vital que un muchacho sacó de un campamento de verano.
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