Si te sirve de tranquilidad, sigue todo parecido a cuando te fuiste. El trabajo inmóvil como un animal muerto y yo navegando en esa especie de barca voladora que me convierte sin remedio en un adolescente pirado. Palabras de Charo. Ya no sé si es barca o globo. Ay, Gulliver. Como tampoco sé si la cosa va durando solo unos meses o son muchos años de perfeccionamiento los que me avalan y me persiguen. Desconozco igualmente los efectos secundarios que, en el medio plazo, tales prácticas conllevarán sin duda en mi comportamiento o en mi condición. Los pago ahora mismo por adelantado, si falta hiciera.
Y aún así, no hago más que intentar convencerme. Son rachas, Jose, no te emociones tanto. Pero también te aseguro que voy a hacer lo posible para que esta no se pase. Así de vehemente estoy y así está la cosa de fiera.
Por el Proud Mary también reina la paz pero esta es de distinto cariz. Más que paz es quietud, de la de treinta y pico grados a la sombra. En ella sestea el marino la mayor parte del día. Puso las velas tendidas y largas las escotas, pero es tan tenue la brisa que apenas sí le da para pensar. Qué vagazo, Gulliver. Además, como lleva media luna sin aprietos se le fue la costumbre de coger la pluma y recordar.
Bueno, recordar sí.
No me viene el término científico, que debería, pero al marino, según dice, le pasa que se le mezclan los sentidos. Basta con que en una película vea cómo una mucama recoge el orinal de toda la noche de su señor, enfermo, postrado, que, al momento, un olor acre, fuerte, feo, le rodee. Casi le empape. No puede apartarse ni esquivar los recuerdos. Ya está de noche de verano en el hospital donde cuidan a su padre. En la puerta de entrada. El jardín antiguo del San Juan de Dios. Se sienta en el balaustre, a fumar. Las voces de aquel otro enfermo: "¡Madre!, ¡madre!, ¡madre!..." Una profunda profundidad. Pero salta de allí a la cocina de la calle Alhóndiga y a las untadas de un currusco de pan que su madre empapaba en la salsa en la que guisaba un pollo. Y de allí a rascar con la cuchara de madera los restos de besamel que quedaban en la cazuela. Cenarían huevos rellenos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario