martes, 7 de enero de 2014

Sueño 9


   El Marino se echa últimamente las siestas en el palo de bauprés. Todos le advierten de que es un poco arriesgada la maniobra, principalmente porque el Marino sufre el síndrome de las piernas inquietas, con lo que, en uno de esos arreones que (según parece) le sobrevienen al dormir, es probable que resbale y caiga su cuerpo al agua, siendo el lugar propicio para que la quilla del Proud Mary le parta en dos mitades.

   Aunque no esté del todo en desacuerdo con esos razonamientos, el muchacho desoye los consejos ya que en esa cuna, a la sombra fresca del foque, tiene sus mejores sueños, los sueños que no podría permitirse en otro lugar. 



   ¿Cuál será el código ético que rija ese mundo onírico? ¿Habrá, tan siquiera, leyes y deberes? ¿Teorías de obligado cumplimiento? ¿Propiedades inmutables en los objetos?

   Piensa en ello el chaval y no llega a quedar convencido de una cosa ni de la otra. Piensa en ello (a la sombra del velamen) porque últimamente viene a visitarlo a menudo allí uno de los mayores amores que tuvo de este lado de la vida. 


   Se trata, por lo tanto, de un sueño intenso. Y recurrente. Del que mañana, sin dudarlo, te hablaré.

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