miércoles, 6 de febrero de 2013

Arde la calle al sol de poniente

   La gente está cada día más quemada. Y a mí me da miedo, sobre todo por Lucía.



   Dos ejemplos recientes como el pan, ambos de hoy. Ambos de la casa y creo que ilustrativos.

   Ocho de la mañana. Café con mis amigos de Presidencia. Llego un poco antes que ellos. Al fondo de la barra, uno de Fomento está diciéndole a alguien que había que pegarle (sospecho que a un tercero) no menos de sesenta tiros. Pamela me mira con las cejas subidas. A mí se me suben las cejas, también.

   Sesenta tiros. Tú imagínate. Es una barbaridad.

   Cigarro de la una. Bajo con Chapete y están ya fumando un grupo de mujeres. Todas escuchan a Elena, a la que no tengo por una descerebrada. Sí que tiene su punto raro, esa figura, el ser campeona de Castilla y León de tiro con arco. Ahora que, espero, nadie nos escucha, te diré que, con ese mostacho teñido de rubio y, repito, esa figura, me pega más de campeón de dardos en una taberna irlandesa. Yo que sé. Pero, pese a que me consta que es indignada y reivindicativa, repito, no me parece una cabeza loca.

   Pues nada, estaba aprovechando el cigarro de media mañana para instruir a sus compañeras, a voz en grito y repitiendo la consigna una y otra vez. Ya que "los médicos son todos unos hijos de puta". No le ha parecido suficiente el volumen, o el matiz que adornaba la parte fática de su declamación, ya que lo ha repetido unas cuantas veces más, cuando yo creo que el mensaje había quedado demasiado claro ya a la primera. He de reconocerme desilusionado cuando, se ve que al notar nuestra presencia, ha matizado que "no todos pero casi todos". 

   Llevaba tiempo queriendo traerte a uno de mis grupos predilectos. Dirás que ya son muchos, los grupos predilectos.

   Radio Futura

   Escuela de calor

   Buen título. 

   Y el comienzo de la canción es el que he utilizado hoy para llamar a este gulliver. 
 

    Santiago Auserón es un poeta. Ahora va de filósofo y musicólogo. Escarbando en las raíces de esto que aquí llamamos música pop. Pero tiene un buen puñado de canciones memorables.

  Segovia. Piso compartido. Habíamos utilizado al menos tres metros de papel, de aquel de las impresoras antiguas, que venía doblado al modo del acordeón, para forrar la viga que dividía el salón en dos. Así, en el techo, habíamos imprimido una frase de una canción. "Con esa mala leche un salón de té". Impresionables, por aquel entonces aquello nos parecía el Mensaje. Aún hoy me parece una frase memorable.


   Otro día te la pongo, la canción.


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