martes, 19 de febrero de 2013

El personaje

   Me pregunto, a menudo, quién es el personaje que navega desde hace unos meses en este barco. 


   Ya sabes que nunca has de confundirlo con el narrador, aunque a veces parezca que sea lo que proceda. Mucho menos ponerle la cara del autor. Creerle sus bravuconadas de niño antojadizo, de serpiente encantadora de apetitos irracionales.

   Ni narrador, ni autor, así pues.

   Aquí, no puede ser de otra manera, le damos una vuelta de tuerca a la cadena para hacerla más gordiana que el famoso nudo.

   No, Luis, no soy yo el autor de estas palabras. 

   Voy a intentar no meterme en terrenos excesivamente líricos aunque bien difícil que lo tengo. Ya que el hacedor de este humilde espacio es nada más y nada menos que el silencio.

   Sí, Luis, el silencio, compadre de la calma, primo hermano (como decía la canción) de la necesidad. Se desconoce quién es contingente y quién astringente, en esta triada de peso. Vamos, que ignoro los vínculos que conjugan estos tres elementos ni su orden habitual de aparición. 

   Sé, eso sí, cuál es la pócima final, el bravo brebaje que me bebo hasta las heces. 

   Hey, hey. Que ya me empieza a salir lo poeta.

    Cuando eso, lo mejor es ponerte una chica, que me alegro yo también con ello. Elijamos.



   Para que después te quejes. Te trato como a un pachá, como a una reina.

   Pero no nos despistemos de nuestra búsqueda con placeres inalcanzables. 

   (Mas es bonito soñar)

   El silencio, la calma, la necesidad. Son productos de última generación. Son los productos de siempre. Eso sí, no se sabe su valor en el mercado de futuros. Lo malo es que son rebeldes o al menos antojadizos. Que van a su bola. Uno le da mil vueltas al manual de las instrucciones y pasa como con los muebles de Ikea, que unas veces te salen y otras no.


- o - o - o -

   Es como para matarme. Hablar del silencio en un blog de musiquita (pop). Menos mal que sé que tú me entiendes. O al menos me dejas hacer.

   En el intervalo de tiempo que me ha llevado escribir estas pocas líneas he tenido que atarme los machos para no meterte de rondón unas cuantas canciones. Por material sonoro no va a quedar. Pero es necesario que venga la calma, en forma de silencio, como necesidad. 

   Sólo entonces aparece la puntita del hilo de la que tirar. 

   Ovillo, que estás hecho un ovillo. Que siempre se te olvida lo más importante. Que es de lo que careces.
   



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