Ser consecuente.
Dialogar.
Son tres cosas que me repatean y que, pienso yo, están íntimamente relacionadas aunque solo sea en mi fuero interno (si es que de eso tengo la suerte o la desgracia de poseer).
Ah, mi ombligo, centro del universo, así que cómo no de estas mediocres y divagantes páginas del Gulliver.
Me asomo al de verdad, al que ves tú en directo y no a esta agobiante pantalla blanca desde donde escribo.
Me asomo y compruebo que llevamos con esto desde el 25 de octubre. Solo cuatro meses y además unicamente en tus días laborados. Y aún así lo fliparía mi padre. Quizá solo se trate de esas ocasiones que la vida me regala, para saldar cuentas y andar uno en paz consigo mismo.
Y ahora tocaría contarte el sucedido que a tal respecto me ocurrió con una (o varias) profesora(s) de inglés(es). Je je.
Y me río también porque acaba de caer en los reteles un tema para mañana. Yuju.
Por hoy, solo desearte lo mejor y presentarte esta western song.
No sé si es una canción muy de despacho pero me parece que le cae bien a esta entrada tan etérea y disipada. Es la última de las creaciones de Germán Coppini, que también estuvo (y mucho) en la gran banda Siniestro Total y en los no menos grandes Golpes Bajos.
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