miércoles, 20 de febrero de 2013

Craso error

   Ya uno más tanto da.

   No. No era el silencio. Ni tan siquiera la necesidad.

   

   Tenía una profesora de dibujo, en el Cardenal López de Mendoza, con serios problemas mentales. Ya desde niño he tenido esa clarividencia que hace que no se me despiste una lesbiana por más que vista de Dior ni un enfermo psíquico por mucho que le sonría a la cámara. O eso me creo. También creo poseer esa lucidez para distinguir a una buena persona de un perfecto hijodeputa, y aún así, a veces... 

   Aunque quizá con esa cualidad vengamos todos de fábrica.

   Sería por culpa de nuestras hormonas embrutecidas pero, en aquellos tiempos, tampoco nos esforzábamos mucho por hacer confortable la vida de Amparo, que así se llamaba la profesora. Reconozco su gran profesionalidad pues nunca perdió los estribos, algo de veras complicado para una persona sin sus problemas, no te digo ya para ella. Era triste, melancólica y en sus ojos comprobaba yo el bullir de su mente deprimida. Los abismos.

   Parece que tengo una flor en el culo para que la vida me dé la ocasión de saldar mis cuentas pendientes, ya que resulta que Amparo era amiga de mi hermana Bego, y recuerdo un par de cafés largos agradeciéndole, algún año después, todo lo que con ella aprendí. 

   Ya que Amparo, ignoro si por altibajos en  la medicación o, más probablemente, por ese gran temperamento pedagógico que poseía, había días en los que se olvidaba de la tinta china y las pinturas de cera (ese año tocaba dibujo artístico) y nos soltaba tremendo mitin acerca de la vida y de su manera de funcionar en ella. Yo, al principio, me pensaba: "Pues sí que manejas tú bien el asunto". Pero poco a poco algo de todo aquello que nos contaba fue haciendo goterita en mi dura mollera y hasta el día de hoy. 

   Venía a decir, aunque su discurso era mucho más preciso, se ve que lo tenía muy claro, que esto de la vida es una montonera de hábitos que adquirimos casi por el mero hecho de respirar. Acciones, decisiones, creencias, afectos, miedos... Todo lo que consideramos normal, humano, viene de haber interiorizado, de haber hecho "habitual", el mero funcionar por la vida. Con lo que estos hábitos (y aquí hacía paradiña y yo casi oía el tatachán enfatizador) pasan a ser costumbres que nos acompañarán para siempre, indisolublemente. 

   Dicho así, parece sacado del manual de psicología de la señorita Pepis, pero cuál fue mi sorpresa cuando, hace un par de sábados Javier Gomá lo explicaba perfecto en un Babelia.


   Llevo ni se sabe el tiempo buscando en google en artículo de marras. O no era el Gomá o no era el Babelia o simplemente lo he soñado con tal viveza que creeré para siempre haberlo leído.

   Y es una pena porque era ciertamente explicativo.

   Seguiremos indagando.



   Malía, a quien no tengo el placer de conocer, ha hecho un disco de homenaje a Nina Simone. Lo llevo disfrutando un par de días. Viene a la Casa del Cordón, el 1 de marzo. 


   Por problemas técnicos ajenos a nuestra voluntad, si quieres ver un vídeo de la artista tendrás que pulsar aquí.

  








   



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