Ya son tres las veces en las que me he sorprendido hablando solo. En lo que llevamos de semana. Por una parte, y dado que (en esta etapa) tiendo al optimismo más irracional, me he sentido feliz del descubrimiento, ya que de ello prontamente se deduce que tengo cosas que contarme.
Como sabrás, uno se da cuenta de que habla solo únicamente cuando nota que le han pillado, que sospecha que está siendo observado por alguien que se sonroja de su proceder. Ya sabes, lo de la vergüenza ajena.
¿Qué me voy contando estas veces?, sin duda te preguntarás, mas pertenecen esas cuitas al más estricto ámbito de lo privado. Te extrañará semejante escapatoria, dado que no soy parco en la concesión de intimidades, así que solo imagina el cariz de mis pensamientos cuando me vienen en voz alta.
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