martes, 10 de febrero de 2015

"Las Chicas" (5)





   [Resumen de la anterior entrada: Arturo aparece por casa en un grado de agitación notable. El Marino sestea en su habitación. Al final una cabeza sudorosa y bamboleante se asoma por la puerta.]

  Se notaba que Arturo se encontraba en un estado máximo de embriaguez. Eso también. Pero, desde el profundo conocimiento de su persona, se notaba que había un elemento más, de propiedades aún desconocidas aunque claramente desasosegantes. 

   -¿Qué haces?

   Ante lo obvio, desistí de contestar. El mostrenco no paraba de subir y bajar la cabeza como si tuviese metido en su cabeza un concierto de los Pistols. Llegado un momento, cuando hasta a mí se me estaba haciendo incómodo el silencio, sonrió. También sabía sonreír el mostrenco, a su modo. Una sonrisa interior, profunda, solo delatada para el observador por el estiramiento de labios y un ligero bizquear de ambos ojos. Era una sonrisa que, a poco que le conocieses, daba pánico. 




  

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