Hay un reloj en el aparador.
Estas palabras conforman una frase de mierda. Una mierda de frase. Pero vayamos a ver.
No sabemos si el reloj está encima del aparador o escondido en uno de sus cajones. En cualquier de los tres cajones que conforman el módulo derecho del aparador.
Por no liarnos, digamos que el reloj está encima del aparador y es por ello que alguien lo vio y dijo la frasecita en voz alta. No. Tampoco sabemos quién es ese "alguien" y con qué intención habló.
Como tampoco sabemos cómo es el dichoso reloj. Si de señora o caballero. Analógico o digital, de pulsera metálica, pesadamente metálica, de cuero o de liviano caucho. Su marca. La hora que en este momento dice que es y si esa hora está adelantada o atrasada con respecto a la hora del mundo.
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