lunes, 16 de febrero de 2015

Propuesta (simple) en el campo de la ornitología

   El Marino observó los últimos instantes del recorrido del ave. 

   Cuando apenas faltaban un par de metros, dejó descolgar esta su tren de aterrizaje. Vistas desde abajo, las frágiles patas no parecían capaces de aguantar la acometida. Pero (¡a solo un palmo de su destino!) aleteó la cigüeña, solo una vez, para ganar la altura suficiente. La altura necesaria. Se posó en su nido.

   Era por los días de san Blas mas no dejaba de ser ello mera coincidencia ya que el hombrecito viajero, el Marino que desde abajo todo observaba, estaba casi en la certeza de que no habría emigrado la zancuda aquel otoño. Y posiblemente tampoco el anterior.

   ¿Cómo había adquirido Gulliver semejantes saberes?, os preguntareis. Y haréis bien ya que solo se trata de una conjetura. De otra de esas teorías suyas.











   





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