lunes, 2 de febrero de 2015

Perro y poni


   Está Gulliver acomodándose quizá excesivamente a su nueva condición. Se cree (además) lo que no es, por mor de piropos que ha llegado a sus oídos que de él dicen, que le dedican las personas más dispares. No hubiera sido mala elección por esta vez, la de matar al mensajero.  

   Viste de oscuro, como ya sabemos. Las últimas aventuras y la mala vida han afinado su estampa. Remata el desaliño con una cabellera larga, que abultan amplios y azabaches rizos. Un sobretodo (también negro) largo hasta los pies, botas de media caña y el perpetuo cigarrillo entre los dedos nos sirven para completar la descripción. 

   Si a ello le sumamos la niebla (sí, siempre la niebla) y ese andar ligero que tiene el muchacho, como de ignorar el camino, bien podremos decir que nos será fácil hacernos aunque sea una idea.













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