lunes, 20 de abril de 2015

Ándale, Pulgarito.

   Ándale, Pulgarcito. Que ya estamos de regreso otra vez. En este Maremágnum. Ándale. A seguir las pistas que dejaste y que los gorriones no se hayan merendado. Ponte las botas de siete leguas, por darnos más prisa en llegar hasta la princesa dormida. Que ya lloran los cabritillos de verla así, tan traspuesta, que se ya refrota las manos con gusto la pérfida madrastra. No le demos, Garbancito, tiempo a la bruja para que termine de hervir su pócima, dejemos al feroz lobo con las fauces abiertas y cara de bobo (¡Qué ojos más grandes tienes, Blancanieves!). Corre, pequeño, gana a la liebre y engaña a la zorra. 






   Todo eso cantó la cigarra, mientras el muchacho retornaba por el estrecho y mudo sendero del regreso.







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