Cuando esto escribo, acaban de morir dos autores. Günter Grass y Eduardo Galeano.
No es dado Gulliver a dejarse enmadejar por los acontecimientos presentes, pues ello sería buena excusa para incluir un tiempo más en esta bitácora. Otra capa y de las anchas, demasiado ya para nuestras trabajadas mentes.
Pero cuando se van dos personas que, desde una distancia para ellos ignorada, dejaron en su día su semilla en mi terruño, es el momento para pensar que, aunque todo lo contemos en futuro infinito, el tiempo llega un momento en que va el cabrón y se termina.
"Cada persona brilla con una luz propia entre todas las
demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos
chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno,
que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire
de chispas.
Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman;
pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos
sin parpadear, y quien se acerca, se enciende".
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