miércoles, 29 de abril de 2015

Son cuatro


   Son 4 y te las describiré someramente. Las ordenaré antes por tamaño. Y ofreceré lo que no puede llamarse sino una primera impresión.

   Cómo no, había una grandota. Media melena morena y con pecas en la cara. De risa ancha y sonora. Es posible que fuese de Salamanca. O quizás viniese del mismo lugar del que venían las hermanas de las que ahora toca contar.

   Sorianas. De Ágreda. No, de Ágreda era el capullo aquel que tuve de compañero de piso y que ahora es director general. ¿Y por qué le llamábamos entonces el Maño? De eso ya no me acuerdo. 

   Estas eran de Ólvega. Una buena y una mala. Aunque terminaron siendo las dos la mar de buenas. Pilar y... ¡Dios mío, no logro acordarme! Pilar era la mala. Y si no la mala, la pilla, la jefa de la manada. Hembra alfa. Pero rizado y mirada con un punto desafiante. Ambas eran morenas de piel tostada. Se las podía diferenciar sin problemas, eso sí. La Alfa y la otra que no paraba hasta ser la Omega de toda esta operación. Pelo lacio y aspecto levemente monjil. Era muy callada y decididamente no recuerdo su nombre.











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