jueves, 30 de abril de 2015



   Como buen observador que eres (entre socrático y cartesiano, podríamos decir) hace ya un rato que te has dado cuenta de que ayer (por desconocidas razones: bien carestía de tiempo, bien despiste, bien cualquier otra que pudiera ocurrírsenos) se quedó el Gulliver desconcertado ya que al releer, ya por la noche, lo que a la mañana había escrito, percatose de que algo allí no cuadraba. Como que algo faltaba. 


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