Ya que toca meternos en el híper que no es ningún híper conocido sino que es clavado a la oficina mía del sueño, que por otra parte tampoco es mi oficina. Donde debería estar mi mesa de trabajo, al fondo a la derecha, es donde más rato me paso. Tienen allí el pan y material escolar. Y un poco más acá un par de estanterías con las cosas de a un euro. Muy peregrinas. Brillantes y como del siglo pasado. Bailarinas con su caja de música debajo. Ceniceros de recuerdo de Ampuriabrava. Teteras de juguete bruñidas de unos reflejos irisados. Las tazas a juego no las he encontrado.
Cuando me canso de estar allí me acerco a la zona de refrigerados. Aunque siempre me toca volver porque se me olvidó por el camino el carrito, en el pasillo de los productos para la mujer.
Completando el recorrido pero al contrario de las agujas del reloj llega uno a la zona de alimentos frescos y luego están las cajas de pagar, que es donde más lío me hago.
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