Pero esta Florence ni es mi música ni es mi chica. No tiene lugar en el altarcillo de las deseadas. Me pasa un poco como con la mujer de esta imagen. ¿Será que soy muy exigente? Ojala.
Ellas.
Así está claro que para este "hasta pronto" tengo que elegir algo especial que, aunque sea muy de tanto en cuanto, te acompañe en los sueños de tu viaje. Ya si logra humedecerlos, reconoce que pasarías a estar en deuda conmigo. Y no veas lo que yo me alegraría por ti.
Así que vuelta la burra al trigo, a pasar el índice por los lomos de mis cedés, por los vinilos, a apretar con fuerza por ver si amarro al vuelo algún recuerdo inolvidable.
Es amplio, el altarcito. Me acabo de dar cuenta. Y, aunque soy totalmente subjetivo en esta apreciación, de bastante calidad. Y moran en él marías magdalenas y otras santas más pudorosas pero no por ello menos cargadas de delicias.
Para complicar un poco más la elección, he de tener muy en cuenta los que creo que son tus gustos. Y como de los musicales aún solo abrigo sospechas me tendré que inclinar por esos otros gustos, ya sabes. Sí que te agradecería esta vez que me indicases si acierto o yerro en mis creencias.
Pienso y pienso y vuelto a pensar.
Elijo a Michelle Shocked.
Casi vino de la mano de la mucho más recatada Suzanne Vega de ayer. De ese tipo de recato te hablaba hace un par de párrafos (si tal puntualización fuese precisa). Eran tiempos segovianos y de repente apareció un álbum de una chica que sólo acompañaba su voz tocando una guitarra desnuda y delicada, española. Para colmo de nuestros gustos de ávidos e impresionables jovenzuelos, unos grillos pero que muy campestres dibujaban un fondo sonoro casi invisible. Si, era música para el anochecer. Para oír entre árboles viejos y callados. Y para más cojones y ya volvernos del todo locos, la chica lo había grabado ella sola, con la única ayuda de un walkman Sony. Sí, enloquecimos. No me dirás que no era para menos.
Y quizá ahora toque otra vez, una vez más, querido Gulliver, hablar del tiempo y sus circunstancias. Del pasado fabricado con un montón de presentes puestos en fila india, uno tras otro bien apretaditos y no dejarles parar hasta que hayan confeccionado completo el camino que nos trae al aquí y al ahora.
Y es que también entonces pensábamos que ya estaba todo inventado. Oíamos a los Cure o a los Smith y nos gustaban. Y nos hacíamos, rápido y hambrientos, admiradores de esos grupos. Y nos aprendíamos de memoria sus canciones, para ser así más admiradores o al menos parecerlo. Pero ya entonces pensábamos que estaba todo inventado, que después de los Beatles y los Stones ya no podría nunca nada ser nuevo. Aunque después de los Stones y los Beatles (que algún día te contaré si tanto montan o no, para mí gusto) nos hubiesen venido a visitar los Birds o los Doors o el Iggy Pop o incluso los Smiths. Y tantos y tantos y tantos más que además tanto nos gustaban.
Grandiosos. Pero no dejaban de ser otra manifestación más de música rock. Total que llega esa chica, de nuestra edad y con aquel careto sincero y travieso, y con su guitarra y una grabadora de la señorita Pepis hace algo que suena muy bien y que es nuevo porque añade algo más que tocar con la guitarrita de los cojones y los grillos. No sé si me estoy explicando. A eso deben de llamar los politicastros analfabetos y ladrones "poner en valor".
Pero no te vayas por esos derroteros que te enciendes, amigo Gulliver.
Michelle Shocked es un apodo, lo mismo que Juan Gris. Te lo digo porque, torpe que es uno, me acabo de enterar. Juan Gris, Juan Gris, me parecía un nombre bastante probable.
¿Michelle Shocked pintada por Juan Gris? |
El apodo de nuestra princesa de hoy tiene su aquel. 'Miss Shell Shocked" es una referencia directa a la "mirada de mil metros", que es el término que, tras la Primera Guerra Mundial, se empezó a utilizar para describir a las víctimas de la neurosis provocadas por el conflicto. Gente corriente, cuya apariencia era la de haber sobrevivido muy bien a ese terror, cuando, en realidad, en su interior, sus mentes estaban fundidas. Michelle utilizó por primera vez ese nom de guerre en 1984 en la Convención Demócrata de San Francisco, donde fue arrestada por manifestarse contra las empresas que contribuyen con dinero a las campañas de los partidos Demócrata y Republicano.
Pero no nos pongamos anecdotarios. Burdas nubes de humo para ocultarte, o al menos posponerte, el problema que me embarga y que va a ensombrecer, sin duda, la prestancia que estaba adquiriendo la entrada de hoy.
Y es que en el omnipotente youtube (de mis cojones) no aparece ninguna versión del disco de marras. Gulliver me ha chivado que a grandes males, grandes remedios. Se ve que está retrechero. Me pongo a buscar el disco en Spotify, herramienta imprescindible para los músicaheridos que desde hoy te recomiendo. En ella está todo, rezan sus eslóganes. Pero ya ves cuán mentiroso es el ciberespacio. Naaaada. Ni una canción del disquito. Así que no queda otra. Me he puesto tajante y la he colgado de mi fiel mula, el programa emule, que me es el más fiel para los casos difíciles. Está, peeeero... pues que como su nombre indica, va al paso de la burra. Bien puede tardarte medio minuto en bajarte una canción de moda que quedarse mudo para siempre jamás. para las venidas de mi hermano, no suele fallarme y me tiene preparado el paquetito antes de su partida. Hoy, no sé. Ten en cuenta que escribo esto en lo que para ti será ayer. Una noche te doy, mulita, una noche.
Pero no hemos de acabar este blog de tan calientes colores con tristeza y refunfuñe.
Si quieres ver a Miss Shell en movimiento, aquí te dejo este vídeo. Y si ansias más o eres aventurero, y quieres ver cómo va envejeciendo, también te pongo el enlace de una actuación de este mismo año, en apoyo del movimiento Occupy Wall Street.