miércoles, 18 de diciembre de 2013

Júbilo

   Es curioso. A Gulliver, desde que te escribe este blog, no le ha entrado ninguna vez el terror a la página en blanco. Se ve que sabe que no puede permitírselo. Y así se le van los dedos a las palabras que se esconden tras el teclado y empieza a salir una ristra que solo parece eso. Con lo que hay que darle muy seguido a tecla de borrar. Y se vuelve a empezar como si nada. ¿Qué es esto?, ¿metaliteratura? 
    Hoy el marino no sabe qué contar porque indaga en la Segovia del libro de Segovia y no en la Segovia misma. Es más. Desde que le has dicho que hasta que no abandonase en estas páginas esa ciudad no le ibas a devolver el libro de Segovia ya no sabe si tiene que irse pronto o quedarse aún un buen rato. 


   También ha estado el muchacho pensando en tu de repente no muy lejana jubilación. Pero ha sacudido rápido la cabeza, que tiene prescrito vivir un día y después otro, receta que intenta no saltarse ni en festivo. 


   [Eso en lo que al muchacho respecta. Yo no te pienso decir lo que opino y mucho menos lo que siento. Lo que me aterra, fíjate qué cobardía, es no saber prepararte la fiesta de despedida. Joder. A ver si vamos a estar ahora año y pico despidiéndonos.]






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