El imponderable vino, cómo no, de un fallo en la internet de mi casa, que no había ni bien ni mal. Hay días que empiezan así. Tú te sabes los protocolos. Apagar y encender el ordenador, meter un alambrito en un agujero que a tal efecto lleva incluído el router y poco más. Si así no funciona, malo, por más que mi proveedor telefónico tenga servicio full time. Ya que el siguiente paso, sí o sí, es llamar al servicio de asistencia y estar un rato de un 902 a otro, cagándote ya en sus muertos. Y no tenía yo cuerpo belicoso a las cinco de la mañana.
Hay días que empiezan así. Pero para eso precisamente me tomo la pastillita, para dejar a la vida ir transcurriendo.
En los días que empiezan así es normal que, cuando (diez minutos antes de salir de casa a currar y, previamente, dejar a la Pollo en su insti) enciendo el coche para que se vayan deshelando los cristales, el claxon empiece a sonar continuo y estridente. Ocho de la mañana de una tranquila calle de pueblo. El vecindario encantado supongo. No sé si han sido los juramentos o los cuatro puñetazos que le he pegado al volante, pero la bocina se ha callado.
Va uno como con prevención, ya, así que, en días como estos lo más normal es que cerca ya de nuestra (querida) empresa, las marchas se pongan duras y tengas que salir de los semáforos en tercera y a trompicones.
A mí esto del coche me pone muy nervioso. Ello es debido, sin duda, a un desconocimiento tal que le imagino como un todo y no como la suma de partes que sin lugar a dudas es. Hasta le coloco un alma postiza y de postín. Supongo que lo que ha pasado es que (todo él) se ha cogido una aguda pulmonía por dormir en la calle en semejante noche. Siete bajo cero me pestañeaba cuando ha dejado de pitar. Con lo cual, mi única ocurrencia ha sido dejarle en un lugar soleado del aparcamiento y suplicar por que se le pasase no sé si el achaque o el enfado.
En días así, lo único que haces es pasarte íntegra la mañana pensando que has hecho lo que no tenías que hacer o su propia viceversa, que no has hecho lo que tenías que hacer. Pero ya no hay tu tía y, a la una y media, en nuestro habitual relaxing tobaco time, me acerco con toda la prestancia de la que soy capaz por ver si al auto se le han ido los males. Como mozo de espadas me llevo a Ignacio, que para eso vale un montón. Pero nada, su comportamiento no ha mejorado ni un poco. Quizá en todo caso ha empeorado ya que las marchas no entraban ni a puto empujón. Para eso viene bien Ignacio, para detallarte los pasos a seguir y las conductas prohibidas. No, Luis, no. Liarme a patadas con el coche no sirve de nada. Y menos en días así.
Después ha venido el encaje de bolillos para seguir como si tal cosa, añadiendo a las tareas cotidianas la programación seguro-grúa-taller, y con los peores augurios, ya que hay quien se ha apresurado a informarme de que una caja de cambios de mi coche no baja de los 8.000 euros. Sí, comer sí que he comido y hasta me he echado una minisiesta pero todo ello y como dijo el poeta, tan ausente.
Luego ha llegado el de la grúa (y puntualísimo), ha subido el pedal del embargue hacia arriba (un movimiento nada natural para dicho pedal) y las marchas han empezado a engarzar como si tal cosa.
En días así, el rebote hacia las zonas felices del alma no termina de producirse con la intensidad obvia. Ya que me informan en mi taller de cabecera de que algo por ahí hay tocado y no sé cuantas. Pero el coche andaba.
En días así, llega uno a casa pensando que quizá se tendría que sentir más alegre. Y pensando y pensando, se va vaciando los bolsillos en el trozo habitual de la estantería. La tarde decae y aún no ha encendido las luces de casa. Nada más dejar las llaves y lo suelto y el tabaco y las gafas, nota como algo se precipita del estante hacia el suelo y oye un (terrible) sonido de cristales rotos.
En días así, en los que todo se tuerce pero no llega a retorcerse, los añicos no pertenecían a los cristales de las gafas sino a una bombilla fundida que allí había dejado yo hace una semana con la intención de, en algún momento, acordarme y comprar un nueva.
¿Tendrá en todo esto algo que ver el Bolson de Higgs?
No hay comentarios:
Publicar un comentario