Esta canción ya te la he puesto. Te la puse hace mucho, cuando las cosas iban más ordenadas, por así decirlo. Ahora ya todo es frenesí y golpe de riñón. Bien a la vista está. Sospecho que no son sino indicios de que se aproxima el final de este cuaderno de bitácora. El viaje ha sido largo y espero que (aunque sea algunas pocas veces) emocionante. Pero el viaje, como todos, se acabará y llegará el momento de volver a casa para repensarlo (otro de los beneficios de cualquier aventura que por tal se precie).
Antes, por eso de intentar ser de ley, tendré que contarte en qué terminó lo del príncipe y de la vida pucelana del Marino. Eso te lo debo y me lo debo. Y siendo como soy y creciéndome los enanos como me crecen, se me formará un infinito. O dos.
Pero tengo curiosidad en ver cómo me cambian las palabras, cómo se mueven mis dedos por el teclado ahora que ya se vislumbra el final.
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Descartes de las pruebas de personajes para el Gulliver
Primera tanda
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