jueves, 29 de mayo de 2014

Las abuelas

   Se cuenta que nada de ello fue realidad, cuentos de viejas desdentadas y ociosas. Desdentadas pero con toda la energía de la buena salud, una bendición poder acariciar las cabezas de las nietas y contarles historias. Y entre todo ello, observar que no han de ser malas narradoras ya que las niñas se muestran embobadas, con un vientecito soplando suave en sus corazones por ver que ocurrirá.

   Y no fue otra cosa que sucedió que la futura princesa, viendo tan alicaído al muchacho príncipe, pasó de la observación a la acción, por contarlo pronto y mal. Una vez se cercioró que eran mayores y en mayor número los hechos probados a las simples conjeturas, y armado el armazón, pergeñó un plan del que no tardaremos en saber. 








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