Dejamos que el Proud Mary navegue a favor de corriente, a su pairo, arrastrada suavemente, el velamen recogido en los palos. No son aguas bravas las que nos toca singlar.
Perezosos, contemplamos las orillas en una observación placentera, despreocupada. Prisa no tenemos, tarde no es.
En la verga del juanete mayor ha anidado una cotorra. Parece contenta allí. Solo desciende a cubierta a las horas de las comidas y cuando advierte que pasamos por lugares en los que dejamos historias a medio avanzar. Ella, resabida, mostrando ufana su penacho, nos las va contando.
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